Leí a Machado y quise ser poeta. Después, leí a Gil de Biedma y dejé de querer ser poeta para querer ser poema.

Los días buenos, leo poesía y no siento la necesidad de escribirla.

Descubrí a Fonollosa.

Fonollosa escribió 236 poemas entre 1947 y 1985. Murió en 1991. Ciudad del hombre: Barcelona fue publicado por DVD ediciones en 1996. Porque el autor se había tomado una horchata con Gimferrer. Lo cuenta José Ángel Cilleruelo en el prólogo del libro. El libro no incluye todos los poemas de Fonollosa. Faltan 57 poemas por publicar. Poemas que Fonollosa corrigió durante cuatro décadas. Primero en Cuba, luego en Barcelona.

¿Por qué quieren publicar los poetas?

57 poemas inéditos.

Contemplo el mar y soy el sol que se posa en mi cara.

Como Gil de Biedma, ahora quiero ser poema. Esta voz. Esta voz en el silencio, mientras el mirlo canta. El silencio de una noche que está a punto de amanecer.

Soy esta voz.

¿Se puede ser solo uno? Me gustaría. La palabra precisa. Pero cuando hablo se me disparan las manos, enseño los dientes, irregulares, las cicatrices de un pasado vallecano. Este también soy yo. Poeta. Aquel chico triste y solitario, como escribió Antonio Vega, vive dentro de mí y es el que me alimenta. Todavía. Él otro sonríe y da las gracias. Corazón de madera. Este día, en este silencio, mientras el mirlo canta desde la antena de televisión de la casa de enfrente. El cielo está nublado al otro lado de la ventana. Apuro el té negro, con mucho sabor a bergamota. Este soy yo. Estoy en esta cadencia, en la palabra, en la precisión de la palabra. Pensar en el silencio. Fluir. Corazón de poeta.

Salinger vestía un mono azul de trabajo, se encerraba en su cobertizo y escribía. Durante cincuenta años. ¿Qué? Pronto lo sabremos. Pero eso sólo les importa a los lectores y, en consecuencia, al mercado. Al poeta no le importa que le lean. Eso solo le importa al poeta vanidoso. El poeta es un mirlo en una antena de televisión. No quiere dinero. No quiere poder. Quiere que esta frase contenga algo de belleza.

He leído frases llenas de belleza que no significaban nada. Quizá sean literatura. Pero no son los libros que yo quiero escribir.

Los cantantes son los nuevos poetas. Son ellos los que cantan la historia de un mundo que desconozco.

Soñé que Aute cantaba en un barco. Cantaba esa canción tan antigua, no recuerdo el título. Aute estaba muy mayor y la canción tan joven. Pensé si no le gustaría cantar otra. Algo que hubiera escrito hace poco. ¿Se sentiría como un perro amaestrado al que le piden una y otra vez que haga el mismo truco, el único que sabe, para divertir a sus amos? ¿A quién preguntarle si es cierto que soñé todo esto?

Hablé con Manu Conde por teléfono. Me contesto que sí. Los músicos intentan paliar el tedio haciendo arreglos. Por eso las canciones de siempre no suenan igual. Sting no podría negarse a tocar "Roxanne" en un concierto, pero lo hace de forma distinta. Es lo que me dijo. Lo hacen al final, para dejar buen sabor de boca. Al público.

Dylan confiesa, al final de Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story de Martin Scorsese, "No, no fue un éxito, no si se mide el éxito en términos de ganancias, pero fue una aventura. Así que, en muchos sentidos, sí que fue un éxito". Después, a la pregunta de "¿Qué queda de esa gira a día de hoy?", responde "Nada. Ni una sola cosa. Cenizas". Se olvida el poeta.

Se olvida el poeta del violín de Scarlet Rivera.

Se olvida el poeta que, aquel año, escribió "Hurricane".

Se olvida el poeta de lo que sucedía, en su país, en 1975.

Se olvida el poeta de la película Renaldo y Clara.

Y de Sara, su esposa.

Y de Truffaut y de Jacques Levy, de Norman Raeben.

Somos la historia de nuestros fracasos. Ellos también nos han traído hasta aquí.

¿Habría grabado Desire en 1976?

Scorsese, otro artista que ha convertido su apellido en una marca, utiliza grabaciones de la gira Rolling Thunder Revue, 57 conciertos que Dylan protagonizó, donde también participaron Joan Baez, Roger McGuinn, Joni Mitchell, Ramblin' Jack Elliott, Patti Smith, Sam Shepard y Allen Ginsberg entre muchos otros.

57 conciertos.

Su primera gira después de ocho años. Cenizas.

Allen Ginsberg iba con Dylan en esa gira. Ginsberg quería ser Dylan. ¿Cuántos poetas quieren ser cantantes? ¿Cuántos cantantes quieren ser poetas?

¿Quién es más poeta, Dylan o Ginsberg? Uno de ellos escribió "Aullido". Al otro, le dieron el Premio Nobel de Literatura de 2016.

Un poeta escribe poemas. No necesita una carrera literaria.

La película de Scorsese es mentira. Un falso documental. Inventa personajes. Se olvida de otros: Howard Alk.

Alk participó en aquella gira. Era uno de los cuatro encargados de grabar todo lo que sucedía. Con ese material se hizo una película, Renaldo y Clara, un fracaso dirigido por Dylan y con guión de Shepard. Alk murió de sobredosis en 1982, con 52 años, en los estudios de grabación de Dylan.

Me interesa más la historia de Alk, sus historias (Eat the document, Hard rain y Renaldo y Clara y Janis), que el relato complaciente que Scorsese, vía Netflix, quiere venderme. Stefan van Dorp, el documentalista, es un personaje inventado, igual que Jim Gianopulos, el empresario. Miente también Sharon Stone. Dice que fue grupi de Dylan en 1975. Era joven e ingenua. Llegó a creer que Dylan había compuesto una canción para ella, "Just like a woman". Mentiras que se mezclan con la verdad de las imágenes de aquellos conciertos, sin advertirnos donde termina una y empieza la otra. Impresionante el Bob Dylan de aquella época. Sobre el escenario. ¿Fueron los Kiss su inspiración para aparecer con la cara maquillada? Otra mentira. Ni rastro de Kabuki. Pero son Scorsese y Dylan y todos aplauden esta historia edulcorada.

Los documentales sirven para comprender la realidad. Deberían. Lo que sucedió. Hechos. Este falso documental, Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story, es una ficción basada en hechos reales, como las de mediodía de Antena 3, pero dirigida por Scorsese y protagonizada por Dylan. Una conspiración.

Hay más verdad en Machado que en Dylan. Porque la verdad se encuentra en el alma humana que exploran los poemas. El resto, fuegos artificiales.

Dylan, el producto que este documental intenta promocionar, no es verdad ni mentira, es verosímil. Así es como las leyendas se convierten en mitos. Alguien, siempre, escribe la historia. El tiempo nos dejará, solo, un puñado de sus canciones.

Poemas.

Bob Dylan, aquel chico de veintitantos que, en los años sesenta, incomodaba a los poderosos con textos como "Blowin´ in the wind", "Like a rolling stone" o "The times they are a changin´", quería cambiar el mundo. Cantando.

Poetas.

Soy un gato que puede viajar en coche.