Los diálogos de los personajes de esta escena son ficticios y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

En la planta séptima del número 13 de calle Génova, en el madrileño barrio de Salamanca, antaño el huerto del convento de las monjas salesas, el despacho del presidente Casado era escenario de una reunión en la que tres personas llevaban la iniciativa, cada cual según su papel en el partido: Pablo, el presidente; el secretario general, Teodoro García Egea, ahora activado como reservista voluntario del Ejército del Aire; y Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz en el Congreso del Grupo Popular y marquesa de Casa Fuerte.

En aquel edificio, que ha sufrido varias reformas y alguna polémica por los fondos que se emplearon, se instaló la dirección de la derecha española desde que dejó la sede de calle Silva. La mudanza tuvo lugar por el espectacular crecimiento del partido en las elecciones de octubre de 1982, pasando de 10 a 107 diputados, bien es cierto que no ganó dicha cita con las urnas, arrasando Felipe González con 202 diputados, el mayor triunfo electoral de cualquier partido en democracia. La pobre UCD, que comandó Landelino Lavilla, quedó reducida a escombros, 11 escaños, casi como Ciudadanos hoy.

Lo cierto es que el primer día al frente del partido, Pablo Casado esperó en el garaje a su antecesor, el frívolo Mariano Rajoy, para subir juntos a la planta noble del edificio, escenificando así el cambio de titular de la moqueta.

Ahora, años después, el presidente, apoyado su trasero en la mesa del despacho, les decía a los reunidos que no podían decantarse por el no a la prórroga del estado de alarma, que una buena parte de su electorado pide que dejen trabajar al gobierno y a los técnicos. Pero se va a entender -dijo una voz desde un ángulo, junto al luminoso ventanal- que nos abstenemos porque lo dice Feijóo, aunque también le acompañan Juanma y hasta Isabel, en santa alianza. Lo que se diga no lo podemos evitar, sentenció Casado, mirando desde lo alto el escaso tráfico de la calle.

En ese momento, intervino Cayetana, muy despacio y con su inconfundible acento porteño. Mirad una cosa, el presidente es capaz de dejarnos caer durante una semana y, en el horror al vacío, preguntarnos si vemos a dónde conduce nuestro voto. De lo que es capaz no lo sabéis. Y en cuanto a la gente, como nos abran la puerta de casa, nos vamos a divertir de nuestro comportamiento ejemplar. Tenemos que tener en cuenta una cosa, en Galicia, Madrid y Andalucía gobernamos, bueno, gobiernan, y eso supone mucho, pero tú, Pablo, no gobiernas. El boletín de cada Comunidad y tener presupuestos lo es todo, o casi. Por cierto, no me ha sorprendido Isabel, la veía venir. Ah, y una última cosa. Ya sabemos que Sánchez ha conseguido la mayoría para la prórroga, así que nuestro voto no es decisivo. Mirad que digo todo esto con la cabeza, porque mis sentimientos me piden otra cosa.

Si hubiéramos seguido otra política -continuó Cayetana, muy erguida en el sillón y mirando a los ojos a todos los que se dejaban- ahora también podríamos hacer otra cosa. Pero es que desde el primer día hemos sido muy formalitos, ¿cómo vamos ahora a darle una patada a la mesa? Visto lo visto, la imprevisión del gobierno y su tardanza en actuar, el CIS, el general, el maquillaje de cifras, el aluvión de demandas por la gestión de la crisis, la manifestación aquella, la debacle económica, el ocultamiento del comité asesor… y los miles de muertos… hemos sido muy modositos. A nosotros nos habrían linchado por mucho menos, podéis estar seguros. Pero optamos por el appeasement, así que ahora tenemos trazado el camino. Salvo que… le diésemos un giro a la situación, un volantazo al coche en el que vamos.

Brillante historiadora, le disparó Teodoro, respaldado en la puerta del despacho, ¿podemos saber cuál es ese giro? Pues ahora -se levantó Cayetana dirigiéndose derecha hacia Pablo, que se reincorporó de la mesa-, solo queda aquel tango de Oscar Rubens:

Con las manos rojas de apretar el corazón,ahogando un grito sordo de rencor.Rebelde como el agua frente al fuego,como el mar frente a las rocas, hoy me rebelo.Con tu amor tirano que no sabe de razón,rebelde con mi propio corazón.Te pido que te vayas, que me dejes,que te alejes de una vez, ¡será mejor!