En una tranquila isla desierta, aterriza de mala manera una nave espacial. De ella sale un robot con pinta guasona.

-¡Tuercas y tornillos! ¡Qué trastazo me he pegado! ¿Dónde estoy? Ay, ay, creo que me he roto dos bielas. Y qué dolor de circuitos tengo. ¿Qué ha pasado? Ah, sí: estaba probando el nuevo acelerador de partículas guantanameras y se ha quedado atascado; la nave ha empezado a dar vueltas y vueltas y ¡catacrás! Menos mal que estudié bien la asignatura de Aterrizajes Urgentes en la Universidad Robótica. Qué simpático era el profesor, Periquito Robotero, ¡contaba los mejores chistes del universo entero! Jiu, jiu, jiu. Pero ¿dónde estoy? Parece un planeta hermoso. ¡Cuánta agua, y qué bonita es! A ver, vamos a consultar la Guía Robotín de Planetas.

Después de trastear un rato en la nave y sacar un montón de cacharros inútiles, por fin encuentra la guía.

-¿Tierra? ¿Planeta Tierra? ¡Pero si solo hay agua! Anda que vaya. Eso sí, es un precioso planeta. El agua azul, el cielo azul. Yo lo hubiera llamado Planeta Azul. ¡Estos terrestres tienen que ser un poco raros! En fin, vamos a explorar la isla.

El robot hace una pequeña y cómica exploración de esta. Efectivamente, no es muy grande.

-¡Por los circuitos del gran Robotón, qué isla tan chiquitita! Está claro que aquí no tengo mucho que aprender, y tampoco tengo con quien jugar; y si no hay nada que aprender ni nadie con quien jugar, es mejor irse. ¡Anda, qué tonto estoy!, ¡más que un robot, parezco una cafetera! ¡Si la nave está rota y por eso estoy aquí! ¿Cómo voy a irme? Ay, ay, ay, cómo me duelen los circuitos.

El robot comienza a hurgar en la nave mientras la desmonta. Llega a lo que parece ser el problema: un prodigioso y profuso nudo de cablecillos que están hechos un auténtico lío.

-¡Bueno, bueno, está claro que voy a tener que apañármelas yo solito! En fin, no creo que sea tan difícil; probablemente, en un cuarto de hora estará arreglada, en otro cuarto de hora viajaré por el espacio y en un cuarto de hora más me encontraré en mi cuarto de baño dándome una ducha de aceite de oliva, ¡qué rico! Venga, ¡manos a la obra!

Se enfrenta a los cables, pero tiene las manos demasiado grandes; es como intentar hacer cirugía de precisión con unos guantes de boxeo. Prueba a hacerlo con la boca, pero tampoco puede. Finalmente, lo intenta hasta con los pies, pero trastabilla y se cae.

-Vaya, vaya, no pensaba que fuera tan difícil. Mira que son chiquitajos los cables€ ¡Y mira que son grandes mis manos! ¡Gran Galaxia, qué voy a hacer!

Comienza a dar vueltas por la isla, pensando, cavilando y discurriendo. Un pájaro de largo pico y garras finas comienza a seguirle, intrigado. El robot lo mira, observa el pico y las garras y se da cuenta de que ahí puede estar la solución.

-Este terrestre parece bien diseñado para reparar naves espaciales. ¿Qué idioma hablará?

El pájaro trina, y el robot, experto en catorce millones y medio de lenguas, enseguida lo entiende. Habla igual que los del planeta Chirimbolete, aunque con un acento diferente. Procesa y le dice:

-Querido pájaro, ¿podrías ayudarme con este lío de cables?

-Claro. Soy un gran experto en hacer nidos, eso te lo arreglo yo en un pío-pío.

-¿Eso es poco o mucho tiempo?

-Depende de si me llevas contigo o no.

-¿Te quieres venir conmigo a conocer otros mundos y a ver las estrellas de cerca?

-Y a colarnos en agujeros negros y a contemplar supernovas.

-¡Trato hecho! Será un placer tener compañía en este viaje sideral. ¿Cómo te llamas, pájaro?

-Pues no tengo nombre, eso es cosa de humanos.

-¿Qué es un humano?

-No quieras saberlo. Cuando alguna vez llegan aquí, nos escondemos todos los animales. Son de un ruidoso impresionante.

-Vale, pues serán una lata, pero eso de ponerse nombres es una buena idea. Yo, por ejemplo, me llamo Robotson.

-¡Qué gracioso! Yo quiero un nombre también.

-¿Quieres que te lo ponga yo?

-Por mí, genial. A los pájaros, en fin de semana, no nos gusta pensar.

-No creas; yo, con este trastazo, tampoco tengo muchas ganas. ¿A qué día estamos hoy?

-Viernes.

-Ea, así te vas a llamar: Viernes.

-¡Mola!

Y cablerín, cableado, habiendo arreglado el pájaro lo estropeado, Robotson y Viernes al espacio se han lanzado.