No hay tiempo que perder. Así concluye Bill Gates su reciente editorial publicado en la prestigiosa revista 'The New England Journal of Medicine' (NEJM), con fecha 30 de abril de 2020.

Este famoso empresario, magnate, multimillonario y filántropo americano de 64 años, cofundador de la empresa Microsoft, expresa periódicamente opiniones que deberían tenerse muy en cuenta. Si nos remontamos a la misma revista, ya en el año 2015 (NEJM 2015;372:1381-4), nos ilustró con un escrito en el que, a propósito de la crisis del virus ébola, nos advertía del riesgo de nuevas epidemias y de la enorme catástrofe que supondrían, a la vez que invitaba a prepararse para evitar miles de muertes. Tres años más tarde, con motivo del centenario de la mal llamada 'gripe española' (en todo caso debería ser conocida como la gripe de Arkansas), en un nuevo editorial (NEJM 2018;378:2057-60) nos recordaba el elevado riesgo de una pandemia y apuntaba la necesidad de aunar esfuerzos internacionales para disponer de vacunas, que fuesen una solución para erradicar estos problemas, tal como había ocurrido con otras enfermedades infecciosas. Estarán de acuerdo conmigo en que Bill Gates es un auténtico profeta. Profeta con unas dosis de imaginación y de responsabilidad social poco habituales. Esta última cualidad es la que me gustaría destacar ahora.

En su escrito más reciente, nos indica las cualidades que debería poseer un líder en un momento de crisis como la actual y las centra en dos claros objetivos, resolverla cuanto antes y evitar que se repita. Es en este segundo apartado donde incide la cuestión de las vacunas. Según podemos deducir de la enorme cantidad de información relacionada con la Covid-19, existen actualmente numerosos proyectos diferentes de vacunas orientadas al virus SARS-CoV-2. Nunca se había producido una auténtica 'epidemia' de conocimiento tan enorme para resolver una enfermedad como la que nos ocupa. ¡Pandemia contra pandemia! No tenemos dudas de quién ganará esta batalla, pero para ello necesitamos de todos los esfuerzos posibles. Bill Gates lidera un gran movimiento mundial en esta dirección y su escrito es una llamada a la colaboración internacional, centrada principalmente en los aspectos financieros. Y no los expresa únicamente con gran claridad sino que predica con el ejemplo, aportando enormes cantidades de dólares para alcanzar estos objetivos. Pide, además, una amplia colaboración entre los gobiernos, los investigadores y la industria farmacéutica para lograrlos cuanto antes. Sin trabas burocráticas, con intercambio de información, con decisiones políticas de gran alcance.

¿Qué podemos hacer nosotros desde nuestra humilde posición? ¿Podríamos destinar el dinero de las campañas de publicidad durante las elecciones, ya sean locales, autonómicas, estatales o europeas a financiar las vacunas? ¿Estamos en condiciones de llamar la atención de nuestros potenciales mecenas autonómicos, al igual que ocurre en otras comunidades en las que estas ayudas son siempre bienvenidas (Galicia, Cantabria€)? ¿Podemos dedicar una parte del dinero de los deporte de élite y de las apuestas del juego a los mismos fines? Nos valen también loterías, sorteos, tómbolas, etcétera.

Valdría también un día de trabajo de cada uno de nosotros (los jubilados pueden hacer, si están en condiciones, acciones sociales durante este día). Y todo ello con un destino finalista, la vacuna. Debemos felicitar la iniciativa del filántropo americano y de la revista mencionada. Ha demostrado, una vez más, que no solo es útil para publicar las novedades sanitarias en el mundo. Una opinión como esta merecía un editorial. Solo nos falta seguir sus indicaciones y sin olvidar que «no hay tiempo que perder».