El alcalde de Málaga se incorporó ayer a Málaga. Málaga ya está más completa. Tiene terrazas y tiene alcalde otra vez. Son dos buenas noticias, si bien hay a quienes no gusta ni una cosa ni otra. A mí me gustan las terrazas con moderación y el alcalde en plena forma. Málaga vuelve a la vida y el alcalde al trabajo. El sábado, Málaga tenía una alcaldesa en funciones, que es como el que no tiene ná, y negocios cerrados, calles vacías y un aspecto como el de Trieste de madrugada pero con sol a medias. O sea, una tristeza. Y eso que Trieste es una ciudad alegre. Al menos me lo pareció cuando, con dinero en la mochila y sin obligaciones, como escribir una columna, llegué allí y me di al goce del paseo, los museos y las tabernas antes de reanudar el viaje que me llevaría al corazón del Danubio. Claudio Magris ha escrito mucho sobre ese río. Si en vez del Danubio hubiera tenido a mano el Guadalmedina no habría escrito una línea, porque más que río es un problema, una herida, una asignatura pendiente, un vertedero, un algo como para no enseñar al visitante, incluso ni al turista. Así que fíjense lo que influyen los ríos en la producción literaria. Ahí veo yo materia para una tesis. A lo mejor, los que en Málaga escribimos estamos necesitados de un Danubio o al menos de un Turia o un Manzanares. O una beca, claro. Tampoco nos vendría mal un Magris que aquí podríamos llamar Magro y que tal vez daría lo mejor de su prosa cuando el río llevase agua o intenciones.

El sábado, igual que el domingo, decía, no teníamos de ná pero en pocas horas ya estábamos en otro ambiente, en otra fase, bien regidos, también, dado que el regidor, jersey rojo y mascarilla, buena planta y sonrisa, entró por la puerta de la municipalidad. Para contento de todos y suponemos que enojo de los que en su equipo sean amantes de vaguear, dado que sus intenciones parece que apuntan a ponerlos a todos a currar como si no hubiera un bandarra. Un bandarra es todo el que niega algo a Málaga, opinión muy nuestra pero que seguro que suscribe nuestro alcalde, lo que pasa es que él es más fino en sus pronunciamientos. Salvo cuando quiere hablar claro. De la Torre pidió ayer en un artículo en El Mundo un gobierno de coalición entre Ciudadanos, PP y los socialistas. Un Gobierno central, claro, aunque visto como se están poniendo las cosas (políticamente para él) a lo mejor no desdeñaba tal fórmula para Málaga.

Tal vez es eso lo que quería decir y somos incapaces de pillar la metáfora, que cuando nos ponemos obtusos no nos entra ni una comparación simple, ni una sinécdoque, ni la parte, ni el todo, ni nada. Esa fórmula dejaría fuera a los extremos, aunque en el Consistorio malagueño no está Vox y en cuanto a Podemos-IU, se han mostrado colaboradores con el regidor al pedir un pacto por Málaga. Lo que verdaderamente quiere el alcalde es aislar a Juan Cassá, verso no adscrito. O ficharlo. El alcalde se ha recuperado del susto, de lo cual nos alegramos muchísimo, pero no de los dolores (políticos) de cabeza. Uno es Cassá y el otro es la crisis que se nos viene encima. Es hora de la autonomía local que siempre De la Torre propone: para gastar en ayudar a los más desfavorecidos, mismamente. Vuelve vigoroso De la Torre y eso es buena noticia. Segundos fuera.