Llevamos tantos años idolatrando a los triunfadores individuales que hemos olvidado la importancia de los grandes éxitos colectivos.

Nos hemos dejado arrastrar por un sistema social en el que prima más el parecer que el ser; donde la propiedad de bienes y objetos miden la importancia de las personas; una sociedad basada en el consumo, en la mayoría de las ocasiones, de bienes banales y fútiles.

Ha bastado la irrupción en nuestras vidas de un pequeño virus para poner patas arriba nuestro cacareado sistema de globalización, basado más en las transacciones económicas que en la creación de una verdadera solidaridad universal.

La pandemia que nos azota ha dejado al descubierto muchas más debilidades de las que estamos dispuestos a reconocer, y sacado a la luz lo mejor y lo peor de una sociedad todavía incrédula ante la complejidad de la crisis a la que nos enfrentamos.

Porque tras la crisis sanitaria aparecerá con fuerza una crisis económica que ya ha empezado a mostrar sus garras.

Éste, como casi siempre, es el virus de la pobreza. De los más débiles. De los más necesitados.

Es ahora por lo tanto cuando la sociedad deber recuperar su sentido colectivo y hacer gala de nuestra fortaleza como personas. Dejar de mirarnos el ombligo y comprender que la salud y el bienestar socioeconómico de los demás es también el nuestro.

Conscientes del reto al que nos enfrentamos Cruz Roja Española lanzó a mediados del mes de marzo una campaña para hacer frente a las necesidades originadas por la pandemia: alimentación, medicinas, asistencia domiciliaria, bienes de primera necesidad, distribución de material sanitario, transporte de personas desprotegidas, alojamiento, apoyo psicológico, laboral, legal, acompañamiento social y un largo etcétera.

La sociedad española, una vez más, dio una respuesta generosa y en pocas semanas se recaudaron fondos para una primera fase de actuación bajo el lema Cruz Roja Responde. Un millón de gracias a todos los que lo han hecho posible. Sin vuestra ayuda los voluntarios y técnicos de Cruz Roja no hubieran podido llevar a cabo las decenas de miles de asistencias que en los meses de marzo y abril se han materializado.

Gracias a la generosidad de todos, en Málaga miles de familias han recibido las tarjetas de alimentos que Cruz Roja ha distribuido con el apoyo económico del Ayuntamiento de la capital, así como en otras muchas ciudades de la provincia -Ronda, Antequera, Vélez, Benalmádena, Torremolinos,€- , que ha contado con la colaboración de entidades como Carrefour, La Caixa o Maskom, entre otros muchos.

Pero el desafío no ha hecho nada más que empezar.

En los próximos meses debemos prepararnos para atender las necesidades básicas de miles de familias que llaman a nuestra puerta, a las de las instituciones sociales y públicas buscando una solución a su desesperada situación.

Entre todos tenemos que coadyuvar para hacer frente a una crisis sin precedente en el último medio siglo. Trabajar codo con codo para evitar que nadie se quede en el camino, siendo ya muchos los que transitan por sus cunetas.

Es el momento de olvidar aquella cantinela de los pronombres personales que aprendimos en colegio, -yo, mí, me, conmigo-, y conjugar con la fuerza que nos da, la primera persona del plural: nosotros.