La pandemia ha puesto en evidencia aspectos que hay que tener en cuenta al planificar el próximo curso. Lo más evidente, después del circo político de declaraciones en torno a la reanudación de las clases presenciales, es dejar claro que velar por la salud es condición ‘sine qua non’ para reanudar la educación presencial. La salud no puede, ni debe, estar condicionada a que el aparato productivo del país siga funcionando. Habrá que arbitrar respuestas globales, con especial atención a medidas de conciliación familiar, que impliquen a todas las administraciones, en sus distintos niveles, Ministerio, Consejerías, ayuntamientos, además de a las propias empresas, y tener muy en cuenta que el profesorado también tiene que conciliar.

Lo segundo, la brecha digital, la administración tiene que ser garante de una educación en equidad e igualdad, hemos comprobado como, un buen número de alumnado no ha podido seguir las clases no presenciales por la falta de recursos tecnológicos, bien por el entorno social donde residen, bien porque en el domicilio familiar no había dispositivos suficientes para compatibilizar teletrabajo y docencia online, porque han tenido que ser confinados con sus abuelos y abuelas ya que sus progenitores trabajaban en la sanidad, la limpieza, supermercados, etc.

El tercero es el teletrabajo del profesorado que ha estado sometido a jornadas interminables para mantener, sin las herramientas necesarias, el curso a flote a pesar de la mala gestión de la Consejería de Educación. El teletrabajo hay que regularlo ya, el profesorado pasó de un día a otro de un modelo de formación presencial a otro online, para el que muchos y muchas no estaban preparados, con instrucciones confusas que llegaban tarde, comprando material tecnológico por su cuenta y sin plataformas oficiales de la administración para las clases, tutorías y reuniones en entornos virtuales.

Debido a las presiones que ha ejercido CCOO a nivel estatal y a nivel andaluz, se ha conseguido que el final del curso se planificara con ‘cordura’ tanto en lo sanitario, estableciendo que la vuelta a las clases no será hasta septiembre, como en el plano pedagógico con la Orden EFP 365/2020 que establece la excepcionalidad de la repetición, algo que no hacía falta puesto que las órdenes vigentes así lo determinan; y con la evaluación del tercer trimestre y la promoción del alumnado, respetando la autonomía del profesorado y del equipo docente. También es necesario señalar la regulación de la EBAU y alargar los días lectivos en segundo de bachillerato.

Para el próximo curso, se habla de distintos escenarios, la administración está tardando en prepararlo, debería empezar por una evaluación de riesgos centrada en cada centro escolar, la adquisición de equipos de protección colectivos e individuales, los proporcionados por las Delegaciones Territoriales de Educación dejan que desear.

Es período de escolarización y la primera medida sería disminuir las ratios. La ratio 15 la están adoptando los países de nuestro entorno, incluso en el Ministerio se habla de ello, porque la escolarización para el próximo curso no puede hacerse con los mismos parámetros que en cursos anteriores, hay que reducir el alumnado por aula y docente y evitar a toda costa las supresiones de unidades por bajada de natalidad.

Reducir ratios y hacerlo progresivamente en todas las unidades escolares es esencial. Ello requiere el incremento de plantillas docentes, y así trabajar en grupos más reducidos. No vale la excusa de siempre, la de «no hay dinero», si lo vuelven a afirmar nos darán la razón cuando denunciamos que están despilfarrando el dinero con el Programa de Refuerzo Estival en vez de dedicarlo al aumento de las plantillas.

Es esencial pensar en el alumnado más vulnerable que ha sufrido la brecha digital, el de necesidades específicas de apoyo educativo. Necesitaríamos dotarnos de herramientas de trabajo para que ningún alumno o alumna quede fuera del sistema. También definir las ratios del profesorado que atiende a este alumnado para que no vuelva a ocurrir lo que está sucediendo ahora, que son los más perjudicados. ¿Cómo es posible que el alumnado con discapacidad auditiva se haya visto privado de los intérpretes de lengua de signos que son los que les dan el acceso al currículum? Además, protocolarizar la actuación con el alumnado que presenta trastornos de conducta, hay que tener en cuenta sus dificultades y la seguridad de los demás.

Después de lo que hemos pasado hay que acentuar la educación en valores e igualdad, con más peso en el currículo, porque solo así conseguiremos superar esta crisis y otras que puedan venir. La solidaridad y la igualdad tienen que ser los pilares básicos en los que sustentar el ‘edificio educativo’.

Por último, la administración tiene que dotar tanto al profesorado como al alumnado que lo necesite, de medios técnicos, herramientas y formación suficiente como para que la educación no presencial sea efectiva, equitativa e igualitaria.

*Martín es secretario general de Enseñanza de CCOO Málaga