Desde el inicio de la crisis sanitaria del Covid-19, las y los profesionales de la acción social preveíamos la inminente llegada de la crisis social que se avecinaba. No nos equivocamos: desde los primeros días comprobamos un considerable aumento de las demandas de la ciudadanía ante la imposibilidad de continuar subsistiendo por sus propios medios.

Repentinamente, las derivaciones al Sistema Público de Servicios Sociales se triplicaron, personas que hasta la fecha habían satisfecho sus necesidades básicas de manera autónoma se vieron obligadas a solicitar ayuda, inmensas filas de personas esperando para recibir alimentos... Estas impactantes (e inhumanas) escenas, empezaron a concatenarse, evidenciando un sistema débil de protección social y, como consecuencia, la fragilidad de las personas.

Han pasado dos meses y medio y nos encontramos expectantes ante la llegada del Ingreso Mínimo Vital. Desde Arrabal-AID, celebramos con entusiasmo esta iniciativa que desde hace tiempo venimos reclamando, por la importancia de que las personas dispongan, de manera inminente, de un nuevo derecho subjetivo que dignifique sus vidas, tal y como merecen.

Ahora bien, a la espera de realizar un análisis detallado y profundo sobre el Real Decreto Ley, tras la lectura de los borradores, nos planteamos la posible limitación de su cobertura, ya que quizá no se ajuste a la realidad emergente. Esperemos que, de manera efectiva, todas las personas con necesidades económicas sobrevenidas de la crisis del Covid-19 puedan acceder a la prestación y salgan con celeridad de las situaciones de pobreza y exclusión social en las que actualmente se encuentran.

La dependencia del Ingreso Mínimo Vital al Sistema de Seguridad Social, es sin duda un aspecto plausible, así como el hecho de que muchas personas beneficiarias puedan percibirlo de oficio.

Por último, recordemos que la implantación de la medida no debe obviar la necesidad de continuar reforzando el sistema de protección social, debiendo complementarse con el fortalecimiento del Sistema Público de Servicios Sociales y de las entidades del Tercer Sector: ambos entendidos como agentes claves para la transformación social.

El éxito se evidenciará cuando desaparezcan y se nos olviden las lamentables escenas de miles de personas esperando para obtener 'caridad'. Caminemos de una vez hacia un sistema de garantía de Derechos.