Hoy, 31 de mayo, se celebra la festividad del Cristo de la Salud (y también de María Santísima de la Salud, titular de la cofradía homónima).

Todo arrancó hace más de tres siglos, en 1649, y se relaciona con la epidemia que asolaba la ciudad de Málaga. En la mentalidad popular se anclaba en lo sobrenatural la búsqueda de la respuesta y el auxilio a situaciones de catástrofes colectivas. Se suponía que las enfermedades, las situaciones epidémicas, respondían a un castigo divino debido a los pecados, bien de tipo personal o a los cometidos por la propia sociedad.

Durante el último bienio de la década de los años cuarenta del siglo XVII se propagó una terrible epidemia de peste por gran parte de Andalucía. Gracias a la información facilitada por la Real Chancillería de Granada, en Málaga se tuvo noticia del inicio del brote contagioso por la zona de Murcia en la primavera de 1648. En las actas de cabildo municipal de 24 de abril de este año se concreta que fue la ciudad de Baza la que dio aviso del mal contagioso que padecían los vecinos de la ciudad de Murcia y algunos de otros lugares circunvecinos por lo que "a toda prisa se está acabado de cercar esta ciudad y se guarda por ministros y soldados (...)".

Ya en el mes de abril, la ciudad se preparó con los medios habituales para estos casos: cerco, señalamiento de puertas como lugares exclusivos de entrada y salida, control sanitario, así como de navíos y transacciones comerciales, extremar algunos aspectos de la limpieza (con los roedores, en los muladares, etc.), etc.

En enero de 1649 se tuvo noticia de que en la zona de Sanlúcar de Barrameda y en Cádiz se habían declarado algunos casos de peste bubónica, lo que conllevó que se aumentasen las medidas sanitarias, así como que se estableciese el corte del tráfico de mercancías. Para ejercer el correspondiente control, tanto por tierra como por mar, se destinaron fondos económicos que fueron controlados por el vecino de Málaga, Pedro de las Muñecas.

Fue en abril de 1649 cuando se constata la existencia de algunos casos de peste en Málaga. A ello se sumó la escasez de determinados productos alimenticios, especialmente el grano. Desde el cabildo se ordenó acentuar las medidas ya adoptadas. Pero fue en el mes de mayo cuando la situación se agravó. A las actuaciones ya reseñadas se añadieron las de índole espiritual. En este sentido destacó la proliferación de actos religiosos; tampoco faltó la invocación por medio de procesiones de rogativas. Así, fueron procesionadas hasta la catedral las imágenes de San Francisco de Paula (desde la Victoria) y de San Bernardo (desde calle Granada) para integrarlas en un novenario. Pero, sin duda, a nivel popular, se adjudicó el cese de la epidemia a la intercesión de una imagen de un Cristo atado a la columna que, desde entonces, sería nombrado como "el Cristo de la Salud".

La imagen fue realizada por José Micael Alfaro en 1633. El escultor era originario de la localidad turolense de Alcañiz. Fue bautizado en su iglesia colegial el 22 de marzo de 1595.

El contrato de hechura de la efigie —firmado el 6 de junio de 1633 entre el citado escultor y Francisco Rodríguez Omiciano, mayordomo de la Hermandad y Esclavitud y advocación del Santo Cristo de la Santísima Trinidad y Alonso Gutiérrez y Felipe de la Cruz, hermanos mayores de la Cofradía y Hermandad— concretaba que la talla debía tener "siete cuartas de alto, estar bien proporcionado, los brazos atados, encarnados hasta los codos, y las piernas hasta las rodillas, de rostro y pecho con su cabellera postiza". Asimismo, el escultor se comprometía a labrar la talla de un San Juan, y "sus andas para ambas hechuras en perfección, como fueren menester, dadas de negro, con sus horquillas y tornillos, acabadas para el día de Pascua de Navidad primero que vendrá fin de este presente año". El costo total se cifró en 900 reales, pagaderos a plazos: 200 a fin del mes de julio, y 350 en cinco meses para el día que se entregaran las dos tallas, andas, hechuras y tornillos.

La imagen del Cristo fue entregada a la cofradía el 27 de diciembre de 1633. Se tiene constancia de que fue procesionada en 1635 y 1636 y de que fue trasladada en este año a la iglesia de San Juan. El cambio conllevó que los Beneficiados de la iglesia obligaran a la hermandad a procesionar una antigua imagen que se ubicaba en una de las capillas. Fue esta la causa por la que la talla del Cristo de la Salud se instaló, de forma temporal, en casa de una tal Ana de Medegal, donde se custodió durante un período de seis años. A la muerte de esta señora, la imagen, junto con otros bienes, pasó a propiedad del nuevo inquilino.

Soto Artuñedo señaló que "se lo llevó cuando se trasladó a vivir a la Alcazaba. Al morir este segundo depositario, su viuda casó de nuevo, y en la mudanza que realizó en plena epidemia, el 31 de mayo de 1649, fue cuando se produjo el hallazgo milagroso de la imagen en una carreta que había contratado con un agricultor llamado Pedro de Anoria".

Esta circunstancia fue recogida en las actas capitulares del Cabildo Municipal (libro 65, cabildo de 1 de junio de 1649) según el relato del regidor Martín de Móxica que reproduzco:

"(...) Ayer treynta y uno de mayo a las doze del dia, estando el marqués de Casares y los cavalleros regidores en las d(ic)has casas, acudiendo a la expedición de los socorros de ospitales y demás cosas tocantes a la curación, entraron por las puertas principales della Francisco Solano, Secretario del Concejo, el Sr. Alonso Moreno Grandes, Pedro Vallesteros, Comendador, Sanitarios públicos y todos tres mayordomos de la Virgen S(antísi)ma N(ues)tra Señora de laesperanza y otras muchas personas, trayendo en hombros un santo Cristo de la estatura de un hombre arrimado a una colu(m)na y lleno de lágrimas y deboción, hallando el mesmo recevimiento, dijeron que: estando en la plaça y pasando una carreta por élla llena de los trastes más ordinarios de una casa que se mudava, un niño de tres o quatro años a bozes y con mucho dolor dixo: miren como se lleva un s(an)to Cristo, (sic) a las quales acudieron los d(ich)os y bieron su S(antísi)ma hechura a quien llegaron de rodillas y pusieron en sus honbros y es digno de ponderación que no dando lugar la deboción y afecto a que saliesen de la plaça, los que se hallaron presentes, con que diciendo se publicase el hermoso hallazgo y verdadero medico que venía a dar salud a Málaga, dentro de un quarto de ora no quedó persona en ella que no llegase a hazer oración a su divina pres(encia), que luego se colocó en la audiencia de las dichas casas con la desensia pudo obrar la brebedad y permite el tiempo con principios tan como de su verdadera onipotensia y que oy hasta medio día que se haze este acuerdo, no an caydo ocho enfermos, qu(an)do en los antecedentes número grande dellos, y prometiendose que su divina Magestad poniendo los ojos en los méritos de su Santísima Pasión en la sangre que derramó en élla por los pecadores y en las ynterelaciones de su Santísima Madre abogada dellos, se a apiadado de sus travaxos en reconocimiento desta merced tantas vezes repetida, acuerda que se coloque la Santísima Hechura de su divina Magestad en la Capilla principal deste ayuntamiento con la decensia debida y por si y por todos los Cav(allero)s Regidores ausentes, vezinos de esta ciudad por quien presta voz y caución, botta el haserle una fiesta y procesión todos los años en el día treynta y uno de mayo en memoria del en que entró a dar salud a Málaga y que sea de holgar asistiendo a las dichas fiestas y procesiones esta ciudad en forma con toda la autoridad y calidades conbenientes conbidando para ellas a los Señores Dean y Cabildo y a las Religiones e ahora se le haga un novenario con toda la música, cera y asistencias que fuera posible por ser esto cosa en que la ciudad ofrezca el mayor acierto, pone la disposición de todo ello en manos del Señor Marqués de Casares que como quien ha tenido tantos, después que esta ciudad le merece su governador, dispondrá éste a medida de sus obligaciones y de los deseos voluntad, rendimiento y afectos deste Ayuntamiento (...)".

Serrano Vargas, en su obra Anacardina Espiritual, señaló que "el contagio que padeció [la ciudad de Málaga] el año 1649 fue originado (según se dice) de las continuas levas que se conducían por este puerto para los reales Exercitos, cuyos soldados (expuestos a las incomodidades de largos caminos, inclemencias de los temporales y mal alimento) llegaron a esta ciudad tocados de enfermedades malignas y pegajosas".

Es sabido que, paralelamente, en la ciudad se habían adoptado una serie de medidas sanitarias, tales como el traslado de los enfermos a un hospital que se ubicó en la zona del Molino de la Pólvora, bajo el nombre de San Antonio de Padua, para unos 1.500 pacientes, en lo que fue una casa refugio acondicionada por el Marqués de Casares.

Las crónicas de le época ofrecen todo lujo de detalles acerca de las características del lugar y edificio habilitado para los enfermos. Con referencia al hospital de San Antonio de Padua, se señalaba que se hallaba en "sitio apacible y deleitoso, abundante de buenas aguas, distante poco menos de un cuarto de legua de Málaga, descubierto al norte y poniente y guardado de ayres dañosos con dos cerros colaterales". Referente a la construcción se afirmaba que "es edificio cuadrado con dos naves cubiertas de longitud de casi cien baras y lo descubierto de media de ellas, otras tantas en quadro, en donde (yendo en aumento los enfermos) se fabricaron dos naves de madera y gran número de tarimas para camas y se trajo una abundante fuente. Cuando llegó el número de enfermos a mas de cuatro mil se fabricaron por fuera de las tapias, arrimando a ellas otras dos quadras de madera y apartado de ellas garitas, donde assistian por la noche y dia asalariados con armas de fuego para impedir la entrada a los sanos y la salida a los enfermos (...)".

Crecido el contagio y con el número de enfermos y dada la imposibilidad de atenderlos ya que, según Serrano de Vargas, había más de 2 600 camas ocupadas, se estableció un nuevo hospital, bajo el nombre de San Félix de Cantalicio (fraile capuchino, en su propio día de santoral, 22 de junio) en la calle Carril y colaterales, "barrio que está junto a la cruz de Zamarrilla" y con una capacidad para unos 1 800 enfermos.

El municipio destinaba unas partidas económicas concretas tanto para los géneros que habían de adquirirse para los enfermos como para el pago de los sanitarios.

Las deficiencias de este último hospital conllevaron su clausura y el posterior traslado de los enfermos al de San Antonio, desestimándose la creación de uno nuevo en las calles Parras y Alta. Dado el número de convalecientes, se amplió un espacio sanitario situado en una casa de la calle Refino. La epidemia se extendió en el mes de julio. En otoño remitió y desde la mentalidad popular se relacionó esta circunstancia con la aparición de la imagen del Cristo al que nombró de la Salud. Por ello fue nombrado Patrono de la ciudad (en un sello de la Capellanía del Cristo de la Salud cuya reproducción se custodia en el Archivo Municipal de Málaga, se puede leer "Compatrono y Protector de Málaga") consagrándosele fiesta el día 31 de mayo y celebrándose en su honor diversos actos religiosos, a más de colocarlo en una capilla propia del municipio en la sede del ayuntamiento en la actual plaza de la Constitución. Una capilla que, según Pascual Madoz, ya a mediados del siglo XIX no existía pues se había transformado "en lujoso almacén de quincalla". Más tarde se ubicó en una capilla de la iglesia de los Santos Mártires.

El cabildo se preocupaba de que la festividad del Cristo de la Salud fuese tenida por tal. Como detalle anecdótico señalo que, en el año 1773, según se recoge en las actas capitulares, el municipio solicitó al presidente de la Real Chancillería de Granada, Juez de Imprenta, que ordenase al impresor de almanaques y calendarios que "en el dicho dia 31 de mayo de los años subsesivos [se refleje] la señal de ser dia festivo con su estrella y de letra bastardilla: SSSmo. Christo de la Salud. Jubileo perpetuo".

La imagen del Cristo de la Salud, junto con la de Santa María de la Victoria o la de los Santos Patronos Ciriaco y Paula, ha sido, entre otras, protagonista de procesiones de rogativa que, por diversos motivos se celebraban en la ciudad a través de los siglos: epidemias, sequias, acciones de gracias, etc...

El periódico El Avisador Malagueño, concretó que, en abril de 1849, tras ser expuesta en el monumento que se instaló en la Catedral, y en el que fue acompañada por la Virgen de los Dolores de Zamarrilla, no volvió a la iglesia de los Mártires, sino "a la iglesia que fue de los jesuitas (hoy conocida por San Telmo), situada en la calle de la Compañía". El traslado de sede se realizó, según afirmaba el rotativo, a petición del Ayuntamiento. Y esto respondía a que existía "desde muy antiguo un voto de la ciudad para edificar una iglesia en el sitio donde se descubrió la milagrosa imagen".

En los tiempos actuales, en el proceso epidémico que vivimos, no se ha recuperado ni la memoria de esta imagen, ni su aportación espiritual, ni su presencia en los procesos semejantes habidos a través de la historia de nuestra Málaga. De una ciudad de la que el Cristo de la Salud sigue siendo su Patrón. Estimo que es una buena ocasión para que, en años sucesivos, se recupere la procesión de esta imagen, y que se efectúe el 31 de mayo, día de su festividad, o el domingo siguiente. Esta sí sería una procesión que tendría, al menos, los argumentos históricos necesarios para que se celebrara: la memoria de lo vivido.

Y tal vez no estaría de más que nuestro Ayuntamiento, con nuestro alcalde y con el apoyo de todos los grupos municipales —de los que consta su defensa de las tradiciones y la historia de la ciudad—, ofrezca al Cristo de la Salud, al Patrono de Málaga, al que veneramos en su camarín del altar mayor de la iglesia del Santo Cristo de la calle de la Compañía, la Medalla de la Ciudad como muestra de reconocimiento de lo que ha significado en momentos de especial dificultad a través de nuestra historia.

Hoy es 31 de mayo, festividad del Cristo de la Salud (y también de María Santísima de la Salud, de la Cofradía homónima de la iglesia de San Pablo, barrio de la Trinidad).