Fue en una maravillosa tarde otoñal del 15 de noviembre de 1987, cuando la ciudad de la Alhambra acogería uno de los eventos deportivos más importantes de su historia. Aquella mágica e inolvidable tarde granadina, el estadio de Los Cármenes se vestiría con sus mejores galas para recibir la visita de su Majestad el rey Diego Armando Maradona, Pelusa 1º de Argentina, Duque de Buenos Aires, Marqués de Villa Fiorito y Barón de México 86, cumpliéndose así un verdadero sueño inalcanzable para los miles de seguidores nazaríes.

La historia de este fascinante «Cuento de Hadas» comenzó a cocerse apenas un par de meses antes, cuando Alfonso Suárez, presidente del Granada, anunciaba a bombo y platillo el flamante fichaje procedente de Boca Juniors, Lalo Maradona «El Hermanísimo» a cambio de 20 millones de las antiguas pesetas. Pero no solo iba a ser ilustre el apellido que llevaría la camiseta del equipo, sino que dentro de aquel acuerdo se pactó la presencia de los tres hermanos para la disputa de un partido amistoso.

Diego, que por aquel entonces militaba en el Nápoles, puso como única condición que el rival no fuese un equipo español, por lo que se llegaría a un consenso con el propio astro argentino para que fuese el Malmö sueco el adversario. Suárez vio en aquel partido la oportunidad de engordar las alicaídas arcas del club, por lo que se puso manos a la obra. Las entradas costaban entre 1.500 y 3.000 pesetas y se vendieron los derechos de televisión a TV3 por la nada despreciable cifra de 4 millones de pesetas de la época (TVE argumentó que no era de interés general). El Granada ganó con el evento 25 millones de pesetas, a los que hubo que descontar los cinco que se llevó el Malmö y los gastos de hospedaje del Pelusa y su familia.

El club nórdico dominador de su liga, había ganado su segundo título consecutivo y apenas ocho años antes había sido subcampeón de Europa tras caer ante el Nottingham Forest en la final. Entrenado entonces por el inglés Roy Hodgson, viajó sin sus internacionales pero con un ramillete de jóvenes que comenzaban a despuntar como eran los Dahlin, Schwarz, Palmer... Aquel viaje iba a quedar grabado en su memoria para el resto de sus vidas.

La expectación en la ciudad era máxima y al antiguo Los Cármenes acudieron 20.000 personas convirtiendo en un verdadero hervidero el estadio. Hodgson minutos antes de la salida al terreno de juego diría a sus jugadores: «Chicos, cuando salgan ahí tendrán una sorpresa». Todos quedaron dubitativos y ninguno de ellos imaginaba la magnitud de aquel presente que a punto estaban de recibir. Esa sorpresa se llamaba Diego Armando Maradona. El mejor futbolista del momento iba a jugar con el Granada y contra ellos aunque en realidad, en el campo había tres Maradona: el Pelusa y sus dos hermanos, Hugo y Lalo.

Maradona fue el capitán del Granada en aquel llamado «domingo de resurrección» por la grandeza del evento que iba a llevarse a cabo. Su dorsal no fue el 10 (lo portó Lalo), sino el 9 y tanto su camiseta como la de su hermano Hugo, que jugaba en el Ascoli (en 1988 fichó por el Rayo Vallecano), no llevaban cosido el escudo del Granada ni la publicidad de Puleva, cosas de los patrocinadores que ya comenzaban a hacer estragos en el mundo del fútbol, siendo Diego el mayor de sus reclamos.

Superado el «shock» inicial de verse en frente del icono mundial del momento, el Malmö se adelantaría en el marcador por medio de Palmer a los 20 minutos. Maradona -Diego- que hasta entonces había ido dosificando su esfuerzo, seis minutos después se sacaría de la chistera un extraordinario pase para que su hermano Lalo estableciese la igualada en el marcador. Así se llegó al descanso. Nuevamente los suecos se iban a adelantar por medio de Dahlin a los 64 minutos. Pero entonces llegaría el momento álgido de la tarde, cuando una falta lanzada magistralmente por Maradona desde el borde del área, fue a parar donde mismo anidas las arañas significando el 2-2 que llevó el delirio a la hinchada granadina. Manolo, a cinco minutos para el final, hizo el 3-2 definitivo que daba la victoria al Granada de «Los Maradona».

Diego no sólo vino a hacer turismo y sacarse fotos, explicó al acabar el partido Joaquín Peiró, técnico del Granada. De hecho acabó tan encantado que juró volver pronto a la ciudad de la Alhambra, a la cual acababa de seducir con su magia.

Fue un hecho insólito que los tres hermanos jugaran juntos con la misma camiseta, perteneciendo cada uno a clubes distintos y lo es más, si entre ellos, se encontraba Diego Armando Maradona, el mejor jugador del mundo.

«La maravillosa iniciativa del Granada de reunirme con mis hermanos es un sueño que siempre quise cumplir, será la primera vez que juguemos juntos», confesó Diego antes de disputar el encuentro.