El pasado 20 de febrero el fútbol español vivía uno de los episodios más bochornosos que se recuerdan: el presidente y máximo accionista de un club de fútbol profesional era apartado de la gestión por seis meses prorrogables a favor de un administrador judicial, sin que la entidad estuviera en bancarrota y tras haber presentado esta propiedad un plan de viabilidad del proyecto transparente y aprobado por LaLiga.

Pues bien, más de tres meses han pasado. No solo no se han encontrado evidencias de delito alguno en nuestra gestión del club sino que, desde que el administrador judicial se puso al frente de la entidad malacitana, ha tardado más de cien días en presentar un plan de viabilidad: 3 meses de negligencia para presentar un proyecto que ha resultado ser casi una copia del plan de viabilidad que presentó nuestro director general, Richard Shaheen, y que ya estaba aprobado por LaLiga, pero sin plazos de acción ni objetivos claros, y atribuyéndose el crédito de medidas ya aprobadas antes de su llegada. Un magnífico ejemplo de plan vacío, que pone nuevamente de manifiesto la falta experiencia del Administrador Judicial en el sector y la necesidad urgente de la vuelta del legítimo CEO del club.

Para lo que no ha tardado tanto tiempo el administrador judicial ha sido para destituir, sin ninguna explicación, a nuestro director general, Richard Shaheen, un profesional con un currículum intachable y una experiencia de éxito de más de 20 años como alto ejecutivo, simplemente como represalia por nuestra estrecha relación personal.

También se dio mucha prisa en vender a una de las joyas de nuestra cantera, cuyo contrato había sido renovado hasta 2023 por esta propiedad en el pasado mes de diciembre. Hablamos de nuestro delantero Antonio Cortés Heredia 'Antoñín', malvendido al Granada C.F., "regalado" por 1,5 millones de euros apenas un par de días después de que el Administrador Judicial se pusiera al frente del club, sin tiempo para hacer negociaciones y para conocer de primera mano el mercado del fútbol. La premura de esta venta tampoco fue, tal y como alegó Muñoz Jiménez, la necesidad de liquidez porque, por aquel entonces, puedo asegurar que la entidad contaba con 2,2 millones en sus cuentas, más lo que el propio Málaga C.F. generaba con su propia actividad previa al parón provocado por la inesperada emergencia sanitaria. Una liquidez más que suficiente para atender las obligaciones del club en esta temporada.

Otro de los hitos de los que puede "presumir" el administrador judicial es haber concedido a nuestro querido club el dudoso honor de convertirse en el primero en el mundo del fútbol profesional en sufrir un Expediente de Regulación de Empleo. Medio centenar de empleados se van a la calle y, con su despido, además de poner en peligro a sus familias, el señor Muñoz Jiménez ahonda aún más en la situación incierta del equipo a nivel financiero, administrativo y deportivo. Me pregunto si el administrador judicial es conocedor de la pérdida de talento humano que supone para el club prescindir de estos empleados: tan importantes son ellos para el buen funcionamiento del Málaga C.F. como los jugadores de la primera plantilla.

Por otro lado, la reciente renovación del entrenador, Sergio Pellicer, contratado durante nuestra gestión, es una evidencia más del acierto que tuvimos al confiarle las riendas del primer equipo. En cualquier caso, debemos preguntarnos si corresponde al administrador judicial tomar decisiones que comprometen la planificación de la próxima temporada, especialmente en este momento, en el que faltan por disputarse 11 partidos que serán los que completen el balance de su trabajo. Aún expresando nuestra confianza en el trabajo de Pellicer, nuestra obligación como profesionales es contemplar todas las posibilidades. Ojalá no sea así, pero si el saldo final de resultados fuera negativo... ¿qué necesidad había de alargar el contrato de nuestro entrenador de cara a la gestión financiera?

La función de José María Muñoz Jiménez como Administrador Judicial al frente del Málaga C.F. era la de vigilar e informar de las irregularidades, si las hubiera... sin embargo, a la vista de sus decisiones durante estos tres largos meses, es evidente que está actuando como un verdadero administrador concursal, con una amplia experiencia en desmembrar empresas, no en reflotarlas. Claro que, por todos es sabido que este abogado y economista malagueño es un apasionado del baloncesto, pero completamente ajeno al mundo del fútbol... del mercado del fútbol, porque la parte social de este deporte la domina bien. No ha cesado de ejercer como si fuera el auténtico presidente y propietario de la entidad, dándose baños de multitudes desde el palco de La Rosaleda.

¡Malaguistas! La pandemia del Covid-19 ha paralizado nuestras vidas y ha puesto en standby el campeonato de fútbol. Lamento mucho la crisis sanitaria que ha azotado con fuerza a España y particularmente a la provincia de Málaga, con casi 300 fallecidos por coronavirus. Igual que la unión de todos los malagueños ha sido decisiva para superar esta crisis, es importante que el malaguismo esté más unido que nunca. No solo para salvar la categoría, sino para que cuando recuperemos la gestión, podamos devolver al equipo a una posición en la que puedan volver a jugar en la ciudad futbolistas de talla mundial. Juntos recuperaremos el espíritu de Dortmund y el Málaga C.F. volverá a ser el equipo de aquella tarde de hace siete años en la ciudad alemana... pero esta vez sin robos, sin injusticias. ¡Volveremos!