Morricone es polvo, duelo, cuenta atrás, teclados y sudor. Williams es magia, aventura, espectáculo, cuerdas y galaxias. Los dos son únicos e incomparables. Ambos se tocan los dedos, sin embargo, como en el célebre cuadro de La creación de Miguel Ángel, los dos son Dios, los dos son Adán, en partituras como, por poner sólo un ejemplo de ambos, de las respectivas películas La Misión y La Lista de Schindler. Ayer tarde iba silbando momentos de ambas mientras paseaba al bebé en el carrito por el parque de La Laguna de la Barrera, cerca de donde vivo, en la zona alta del barrio de Teatinos /Colonia Sta. Inés, en Málaga, y por momentos veía los árboles en un doloroso blanco y negro o como si formasen parte de la selva amazónica.

Politiqueo

Para envolver esas dos historias, dirigidas respectivamente por Roland Joffé y por Steven Spielberg, los nuevos Premios Princesa de Asturias de las Artes se muestran próximos y, en algunos momentos, casi intercambiables a la hora de poner música a la duda existencial, la levedad de estar vivo, la culpa, el desconcierto, la impotencia, el dolor, la crueldad, el perdón, el abandono, la aceptación y el final. Maestros, los dos. Ninguno, en cambio, sería capaz de crear la banda sonora adecuada a los que ocurre en ese mundo paralelo al de la mayoría en que se ha convertido el Congreso y el Senado en España. Mejor aceptar como imposible lo grotesco de la propuesta. Y lo posible que está siendo lo que debería parecernos a todos imposible, políticamente, en tiempos de pandemia como los que nos ha tocado vivir.

Silbar

Pero si vas silbando por la laguna en Málaga todo te parece una película. Incluso los dos corredores que te rozan sudorosos y sonrientes (lo sabes porque no llevan mascarilla y les ves la boca, no porque te hayas acostumbrado a imaginar sonrisas según el poético entornar de ojos de quien se te cruza). Si no fuera así, piensas mientras empujas el carrito desde el que les señala tu hijo cuando te rozan -pero no con el dedo acusador por su irresponsabilidad social, aún no está en eso-, les echarías una bronca pese a sus bíceps, sus cuádriceps y sus demás ceps. Hay un vídeo dedicado a esos corredores tan jóvenes y atléticos y a otros muchos que, como ellos desgraciadamente, salen a correr en grupo, a veces en el horario reservado a nuestros mayores, por las aceras y por los parques sin respetar distancias ni llevar puestas mascarillas, hablando entre ellos mientras jadean, aunque no vivan en la misma casa.

Banderas

El vídeo lo ha grabado un sanitario y ha volado en redes y mensajes de Whatsapp. Sin música ni palabra alguna al principio, se ve en el hospital al enfermero de un área de infecciosos o de UCI mientras se pone el angustioso equipo de protección individual antes de ir a planta. Sólo al final, con pinta de astronauta de todo a cien y un calor que se palpa a través de la pantalla, les reprocha a esos irresponsables deportistas su insolidaridad, el peligro que generan y que no quiere tenerles ni a ellos ni a quienes puedan contagiar allí. No he dudado en programarlo en Vídeos Virales, el espacio en el que cada tarde en Canal Málaga -la cadena que pagamos todos los malagueños- tengo la suerte de poder comentar, intentando ser algo útil y no demasiado aburrido, algunos de los centenares de vídeos creados durante el confinamiento. Otro de esos vídeos es el de Banderas.

Argónida

Me importa un pito haberlo dicho más veces, pero Antonio es un crack. La cercanía con que ha grabado en la azotea de su casa de calle Alcazabilla, en Málaga, esa reflexión promocional de su tierra es asombrosa. Nada es más universal que lo local. Faulkner o Caballero Bonald y tantos otros escritores o cineastas o artistas en general lo han demostrado convirtiendo sus vivencias y los lugares propios, sólo aparentemente inventados rebautizados con otros nombres en sus obras, emociones y trasuntos que personas de lugares lejanos adoptan como suyas. Empezar hablando de su infarto con una credibilidad incuestionable, con esa garganta algo tocada que humaniza aún más el mensaje, y de lo vivido en estos días de pandemia, paseando por su propia casa desde distintos ángulos que permiten ver de fondo parte del territorio promocionado (la manquita Catedral, la Alcazaba, el Museo Picasso, el cielo ese día típicamente solazulado de su ciudad, el verso de Alcántara en la pared de su terraza...) es un pelotazo.

Prudencia

La publicitaria reflexión sobre la cultura popular, con la que juega el spot promocional que tiene a Antonio como protagonista, es una hábil añagaza para confluir en que el corazón recuerda y a partir de ahí identificar corazón con Andalucía y ésta con los recuerdos que el visitante se puede llevar de nuestra tierra en su propio corazón. Tan sólo habría que advertir sobre la intensidad con que la invitación final del vídeo promocional de la Consejería de Turismo se refiere al posible visitante. Prudencia...

Porque hoy es sábado