Una de las mejores palabras que se aprende al estudiar Económicas es depende. Resulta muy útil a la hora de responder a preguntas complejas para las que no hay una única solución y, al contrario que en las matemáticas, las ciencias económicas admiten varias respuestas diferentes a un mismo problema. De todas ellas, ¿cuál es la más beneficiosa? Pues, depende.

Depende, ¿de qué depende? De según cómo se mire todo depende. El barcelonés Pau Donés respondía con sus temas a muchas preguntas que nos hicimos en la década de los noventa. El mundo se debatía en otra lucha de crisis para solventar los agujeros a los que cíclicamente, y sin virus de por medio, nos tiene acostumbrados el sistema. Y, mientras tanto Pau, de vuelta y vuelta, derrochaba la voz en una declaración de amor inagotable para una flaca que, por uno de sus besos, nos arrebató a todos de deseo.

No hemos tenido mejor jarabe de palo para las penas que las canciones de Pau Donés, que sacan de lo triste, la fiesta; de lo amargo, el sabor dulce de una fruta caribeña. Hasta su último trabajo nos ha demostrado que estar aquí vale la pena, que no hay que llorar, que la vida es un carnaval y que las penas se van cantando.

Su muerte viene a recordarnos que el cáncer sigue ahí. Un viejo enemigo que ataca a mandíbula descubierta. Que se nos cuela de puntillas para arrebatarnos los besos y las canciones. Agazapado tras el eclipse del virus de Wuham, se desliza entre las FFP2 y FFP3 para ganar nuevos adeptos con su contaminado mensaje. Pero no desfalleceremos y seguiremos en la lucha gracias a ese grito suyo, que aquí estamos para eso, pa' lo bueno y pa' lo malo.

Mucho más que su trabajo, es lo que nos ha dejado Pau Donés. Es tu apego a los placeres sencillos, es tu fidelidad por los buenos amigos, es tu forma de explicar que a veces no es posible la amistad cuando uno tiene sed pero el agua no está cerca, es tu elegancia ante el dolor, es tu sonrisa al decir adiós. Todo lo que me das es mucho más de lo que pido, por todo lo que me das te estaré siempre agradecido.

En días como este quisiera ver el mundo como él. Bonita mañana, bonito lugar, bonita la cama, qué bien se ve el mar. Pero a pesar del sol amable de la tarde en la que escribo, a pesar del rabioso azul del horizonte, a pesar de las playas recuperadas de vida, a pesar del encuentro en la tercera fase, no puedo decir que sea un bonito día sabiendo que se nos fue un inmejorable artista.

Y sin embargo, escucho la voz de Pau en un televisor ajeno. Depende, ¿de qué depende? De según cómo se mire todo depende. La tristeza adherida a la piel de este 9 de junio es solo transitoria, porque depende tan sólo de un instante que sus canciones regresen, que cambie el color con el que contemplamos su muerte, que aunque nos dejes o te dejemos eso ya no nos da miedo, que merezca la pena vivir por un beso de la flaca. Por eso hoy levanto mi ánimo y brindo con y por las letras de Pau Donés: Bonita la amistad, bonita la vida.