Andalucía no permitirá la apertura de discotecas en esta fase tres. No es país para Travoltas. Hay quién va a las discotecas a no guardar la distancia de seguridad. De hecho, es lo que se pretende tras la ingestión de dos o tres vasos de licor combinados con refrescos: alcanzar cierta desinhibición que te permita salir a la pista, seducir con tus movimientos más o menos acompasados y atraer la atención de una persona del sexo opuesto o del mismo sexo para iniciar con ella o él labores de cortejo que pudieran acabar en el lecho antes del alba. Son malos tiempos para los ligones de discoteca, que ya padecían tiempos pésimos desde que a la gente le dio por ligar en internet. Se liga tanto a través de las redes o el ciberespacio, las aplicaciones, etc. que ya ni se especifica. Antes, como rasgo definitorio de una pareja, se decía: se conocieron por internet. Ahora se da por hecho. Empezamos a tontear por whatsapp y me pidió quedar por Facebook, dice una pareja que actualmente ahorra para enviar a sus gemelos a un colegio de pago. La Junta no le baila el agua a las discotecas. Se ve que no presionan tanto como los taberneros y hoteleros. También en las discotecas podría establecerse una limitación de aforo, como se hace en los restaurantes. De hecho, es algo estupendo. Yo he sido muy de aborrecer las discotecas no por no comerme una rosca o ser muy patoso bailando, que también. Sobre todo por las apretaeras, los apretujos y roces. El agobio. La última vez que fui a una discoteca creo que estaba de moda bailar una de las sintonías de la Vuelta Ciclista, pero para vueltas, las que uno daba para llegar luego a casa. O para poder entrar. Tal vez ahora, los porteros de discoteca tengan que cazar clientes, en lugar de rechazarlos, que era gran parte de su trabajo. El propio término discoteca está algo desfasado, prefiriendo los noctámbulos las denominaciones de garito, bujío, bar de copas e incluso, en un demodé extranjerismo, boite. En algunas discoteca, la máxima diversión es que no te pongan garrafón. Antes saliamos de día de los bares, ahora salimos de noche de los almuerzos. En las discotecas, no habrá encuentros en la tercera fase. El colmo de la rareza: el que va a una discoteca a oír música. Ver al disc jockey como un enemigo es hacer oposiciones al aburrimiento. El periodismo es decirle a quién no va nunca a una discoteca que las discotecas están cerradas. Entrada libre hasta completar el 'me forro'. ¿Qué hacen los decibelios cuando nadie los oye? Estudias o trabajas.