El 1 de julio de 1902 y casi a la par que la oficialización del Real Madrid de mano de los hermanos Padrós, vería la luz por primera vez el que con el paso del tiempo estaba llamado a convertirse en uno de los defensas más importantes de la historia del fútbol español, Félix Quesada Más.

«Quesadita», como así era conocido dentro de su entorno, comenzó a jugar desde muy pequeño en el equipo del Colegio de San Diego. Con 14 años ingresaría en los infantiles del Recreativo Español para jugar durante varios años en las categorías inferiores, donde fue ascendiendo a la par que iba ganando Campeonatos con el filial. Su progresión no pasó inadvertida para el resto de clubes madrileños de la época y, cuando el club desapareció por problemas económicos y habiendo adquirido la mayoría de edad en esos momentos, recibiría la llamada del Real Madrid donde ya permanecería toda su carrera deportiva. En 1922 debutó en el primer equipo, convirtiéndose desde entonces en un fijo de la defensa blanca durante toda una década.

Poseía un golpeo de balón extraordinario y era considerado un especialista en los lanzamientos de penalti -hasta un total de 32 tantos anotados en su carrera deportiva- y golpes francos directos. Estaba dotado de un gran sentido de la colocación y unido a la velocidad que poseía, le convirtieron en un jugador difícil de sobrepasar. Su popularidad le llevó a capitanear al equipo entre 1928 y 1935. Fue junto a Zamora, Ciriaco y Quincoces, uno de los pilares que conquistó los dos primeros campeonatos de Liga del club en 1932 y 1933 y las célebres Copas de 1934 y 1936. También llegaría a ser nueve veces internacional con la selección española, con la que debutó en Barcelona el 21 de diciembre de 1924 en un partido contra la selección austríaca y posteriormente seleccionador en el año 1951.

Pero al margen del extraordinario currículum que atesoraba el bravo defensor blanco, Quesada será recordado por un hecho acaecido a principios de la temporada de 1926-27, ya que sería galardonado con la máxima distinción individual posible para un jugador de fútbol.

De cara al comienzo de la nueva temporada futbolística madrileña, la Asociación de la Prensa de Madrid pidió la colaboración al Real Madrid para organizar un partido cuyos beneficios repercutieran en la propia Asociación. Para darle mayor realce al encuentro, encargaron una gran Copa de plata para entregar al equipo vencedor y once copas de menor tamaño para sus futbolistas (en aquella época no había cambios). El mismo se programó para las 17:00 h. del 23 de septiembre de 1926 en el viejo estadio de Chamartín, donde los Campeones Regionales de la zona Centro y Sur, o lo que es lo mismo Real Madrid y Sevilla, se enfrentarían en tan honorable evento. Hay que recordar que el Campeonato de Liga aún no existía y los equipos jugaban competiciones regionales.

Además y como algo extraordinario, se reservaba otro trofeo, un balón de oro de 18 quilates y un diámetro de 10 centímetros, que sería adjudicado al mejor jugador del partido mediante la votación del público asistente, debiendo personarse en las oficinas de la propia Asociación para entregar su voto.

El Madrid con goles de Luis Uribe en dos ocasiones, Félix Pérez e Iglesias en propia puerta, doblegaría cómodamente a los andaluces por 4-0. La Copa en disputa la obtuvo el Real Madrid, pero sin embargo la entrega de la misma se retrasó. La idea era hacerlo junto al vencedor del Balón de Oro, por lo que una vez jugado el encuentro quedaba votar al mejor jugador. Durante varios días estuvieron las urnas abiertas hasta que el 4 de octubre se procedió, bajo notario, al recuento de los votos. Éste no tuvo color y dio como ganador del galardón al defensa madridista Félix Quesada, que recibió 1.154 votos, obteniendo una gran diferencia con respecto al resto: Roldan 177, Martínez 102, Félix Pérez 74 y Monjardin 37.

Se retiró en la temporada 1935-36 tras haber disputado casi 300 encuentros con la camiseta blanca. Recibió dos partidos de homenaje por parte del club, algo únicamente igualado con el paso del tiempo por Paco Gento, «La Galerna del Cantábrico».

Quesada es considerado como uno de los mejores futbolistas del club madrileño en toda su historia y su garra sirvió de inspiración no solo para los futuros jugadores blancos, sino que con la conquista del primer Balón de Oro de la historia sentaría unos precedentes a los que posteriormente France-Football daría continuidad en los años 50.