Siempre me han gustado las metáforas. Las he utilizado para dar título a diversos libros míos publicados en España, México, Argentina, Chile o Portugal: 'Entre bastidores', 'La luz del prisma', 'La casa de los mil espejos', 'La estrategia del caballo', 'El crisol de la participación', 'Una flecha en la diana', 'Cadenas y sueños', 'El Arca de Noé', 'Vivir en primavera', 'Las feromonas de la manzana', 'El harén pedagógico', 'El árbol de la democracia', 'La gallina no es un águila defectuosa'€ Algunos de estos títulos exigen, como se comprenderá, un subtítulo que orienta al lector sobre el contenido del libro. No es este el momento de explicitarlos. También recurro a ella en mis escritos y en mis clases y conferencias. Explicaré por qué.

Mi querido amigo Paco Abril, renombrado cuentacuentos, escribió hace años un libro que tuve el placer de prologar. Se titula 'Los dones de los cuentos'. El autor habla de catorce dones que nos ofrecen: el don del afecto, el don del consuelo, el don de la palabra, el don del pensamiento, el don de la identificación o del espejo, el don de la imaginación, el don de la fuga, el don del deseo lector, el don de la empatía, el don del conocimiento, el don de la atención, el don de la verdad y el don de la prevención. No es momento, dado el espacio de que dispongo, de ir desarrollando cada uno de estos regalos que nos ofrecen los cuentos.

Mi prólogo se titula 'La distancia más corta'. Título que justifico en la primera línea diciendo que la distancia más corta entre una persona y la verdad es un cuento. No creo que esta afirmación tenga demostración científica, pero yo la voy a dar por buena.

Me han invitado a participar, días atrás, en una hermosa experiencia impulsada por maestros y maestras que han querido llevar a los niños y a las niñas un cuento a la hora de dormir (nueve de la noche, hora española) en estos tiempos de pandemia. Se trata de una de esas invitaciones que lejos de molestarte, te llenan el corazón de emociones y de gratitud. Conté la historia 'Todo es para bien' que, al parecer, fue recibida con placer y alegría por los pequeños oyentes. Para escuchar los más de 80 cuentos basta entrar en Speaker Podcast Player App y buscar el canal 'Podcast y a dormir'. Lo escuchan cientos de niños y de niñas en España, Europa e Hispanoamérica. Un hermoso regalo para estos tiempos revueltos. Una cita mágica con la metáfora antes de dormir. Desde el 25 de marzo hasta le fecha.

Nick Owen escribió hace unos años un libro titulado 'La magia de la metáfora'. Dice en la página 36 de la primera edición española: «Los relatos ejercen su atractivo porque conectan con los lectores de muy diferentes y profundas formas. Debido a que permiten establecer una conexión a distintos niveles, los relatos se prestan a una amplia variedad de usos». A continuación hace una relación breve de 58 posibles finalidades: desde fortalecer la creatividad hasta estimular el debate y la discusión, desde introducir información por debajo del nivel consciente del conocimiento hasta modificar un paradigma€ He elegido (después de darle muchas vueltas) una de las múltiples historias del libro de Owen para compartirla con los lectores y lectoras. Se titula 'El Picapedrero'. La resumo para que pueda caber en estas páginas.

El trabajo de picapedrero era muy duro. Trabajaba todo el día en la cantera desde el amanecer hasta el atardecer. Tenía las manos endurecidas y llenas de callos, la espalda combada y la cara curtida y arrugada.

No era feliz. Se decía: «Esto no es vida. ¿Por qué mi destino es ser picapedrero? ¿Por qué no puedo ser más rico de lo que soy? Si fuese rico, entonces sería feliz».

Apareció un ángel y le dijo: «¿Qué tendría que suceder para que reconocieras que eres rico y feliz?».

«Es muy fácil. Si fuese rico viviría en la ciudad en un hermoso ático. Podría ver el cielo. Dormiría en una cama con dosel y sábanas frescas de seda y me pasaría el día durmiendo. Entonces sería feliz».

«Eres feliz», le dijo el ángel agitando su varita mágica. Y se volvió rico. Y vivía en la ciudad en un ático. Y se pasaba el día durmiendo en una cama con dosel y sábanas frescas de seda. Y era feliz.

Hasta que un día le despertó un alboroto que venía de la calle. Saltó de la cama y corrió a la ventana. Miró hacia abajo y vio un elegante carruaje dorado, con caballos delante y soldados detrás. Era el Rey. Y la gente que atestaba las calles lo aclamaba y le hacía reverencias.

El hombre rico reconoció al instante que era infeliz. «No soy feliz. El Rey es más poderoso que yo. Si fuese el Rey, entonces sería feliz».

Y apareció el ángel y le dijo: «Eres el Rey». Y se convirtió en el Rey. Y era feliz. Sentía todo su poder y sentía toda su fuerza. Y le agradaba sobremanera que la gente le rindiese homenaje, que sus sirvientes le obedecieran y tener el poder de decidir si otras personas debían vivir o morir. Era feliz.

Y entonces un día se fijó en el Sol. Y vio que el Sol tenía el poder de hacer cosas que él no podía ni siquiera imaginar€ Vio que el Sol podía secar hasta los ríos más caudalosos€ Vio que podía quitar la vida al mundo. Y reconoció que era infeliz. «No soy feliz. El Sol es más poderoso que yo. Si fuese el Sol, entonces sería feliz».

Y apareció el ángel y le dijo: «Eres el Sol». Y se convirtió en el Sol. Y era feliz. Sentía todo su poder y toda su fuerza. Y gobernaba el mundo desde su cenit, exultante de poder. Hasta que un día se fijó en la Nube, la Nube de lluvia grande y negra. Y vio que la Nube tenía el poder de volver a llenar los ríos de agua caudalosa y espumosa y de devolver la vida al mundo.

Y la depresión le embargó. «Soy tan infeliz. Esta Nube es más poderosa que yo. Si fuese la Nube, entonces sería feliz de una vez para siempre».

Y apareció el ángel y le dijo: «Eres la Nube». Y se convirtió en la Nube y era feliz. Sentía todo su poder y su fuerza. Y le agradaba sobremanera poder trastocar la obra del Sol y restituir la vida allí donde tan poca vida había habido anteriormente. Y conoció por primer vez la verdadera felicidad.

Hasta que un día vio allí abajo a lo lejos a la Roca. Y vio que la Roca, negra, fuerte, inflexible, era inmodificable. Y vio que por mucho o por muy fuerte que hiciera llover, nada de lo que estuviese en su poder podía amenazar o destruir la Roca. La Roca era fuerte y resistente. Y volvió a conocer las amarguras de la infelicidad. Y se dijo: «Soy muy infeliz. Si fuese la Roca entonces sería feliz».

Y apareció el ángel y le dijo: «Eres la Roca».

Y se convirtió en la Roca y sintió toda su fuerza y sintió todo su poder, y era feliz. Estaba exultante con su fuerza y su sensación de permanencia. Le agradaba sobremanera su capacidad para aguantar todo lo que la Naturaleza pudiera lanzar contra él. Se reía del Sol y se burlaba de la Nube y de la Lluvia.

Hasta que un día apareció un picapedrero€ Esta metáfora nos ofrece una enseñanza muy clara, casi evidente. Una enseñanza que salta a la vista. Hay personas que nunca están contentas, que siempre anhelan hacer otra cosa, estar en otro sitio o ser otro tipo de persona.

Hay quien nunca se siente feliz por lo que tiene, por lo que hace o por lo que es. El protagonista de la metáfora ni se acepta ni se valora. Solo piensa en que sería feliz siendo otra persona o haciendo otra cosa. Sin pensar que solo puede ser feliz siendo quien es. Con lo cual no digo que deba entregarse al conformismo, a la pasividad o a la renuncia al discernimiento.