Corría el año de 1838. En la ciudad de Wisborg viven felices Hutter y su mujer Ellen. Pero un extraño agente inmobiliario, Knock, envía a Hutter a Transilvania para un negocio, nada menos que con el conde Orlok, y que cada uno piense lo que le dé la gana acerca de quién es este personaje.

El objeto del largo viaje es la venta de una finca de Wisborg que linda con la casa de€ Hutter. Durante el trayecto, éste pernocta en una posada en la que tiene la oportunidad de tener en sus manos un viejo tratado sobre vampiros. Ya en el castillo, se entrevista con el conde. Bueno, hasta ahí bien. Pero es que pasa la noche y a la mañana siguiente Hutter se da cuenta de que tiene dos pequeñas marcas en el cuello, aunque cree que son picaduras de mosquito, como muchos de nosotros pensamos alguna vez. En fin, una vez que se rubrica el contrato es cuando Hutter descubre que el conde es un vampiro. Entonces Hutter teme por Ellen al ver partir para su nueva residencia, justo al lado de su casa, al conde.

Ahora, hace unas semanas, un nuevo Drácula se ha estrenado en Netflix, pero no es lo mismo. El clásico de clásicos es Nosferatu (1922), dirigida por F.W. Murnau y protagonizada por Max Schreck. Nosferatu -nombre de origen incierto- es otra cosa, apenas necesita sangre, aunque sin este rojo fluido languidece, como nuestro virus rabiosamente actual que, sin embargo, no desaparece y sigue esperándonos ahí mismo.

Expresionismo alemán. Cine mudo. Película de culto. Metáforas desde el pasado hasta nuestro presente. El conde, piel y huesos, encorvado y de ojos brillantes, orejas puntiagudas y garras, tiene así una apariencia de rata, inolvidable. Por eso puede seducir a Ellen a miles de kilómetros de distancia, y a tantos otros.

La novela de Bram Stocker, de 1897, le sirvió de base a Murnau, aunque despojó la obra de éste de cierto refinamiento. Después, la viuda del irlandés pleiteó por derechos de autor y logró que se quemasen muchas bobinas del celuloide del director alemán. Cosas de la SGAE de la época. Pero hubo otro vampiro, el de Bela Lugosi, muy elegante y, por eso, fue el más popular.

La novedad de Murnau frente a Stocker fue la de presentar un vampiro portador de pestes y muerte. Además, un aspecto en el que Murnau innova es en la iluminación, porque mientras las demás películas expresionistas hacían uso de una iluminación exagerada, Murnau la reserva solo para el conde Orlock, concentrando así la atención en él. Y las sombras también tienen su importancia, no solo son un efecto de la iluminación, sino que ayudan a narrar la historia, casi con una identidad propia respecto al cuerpo. ¡Qué parecidos!

Pero quizá es el contexto histórico el que viene a golpearnos. Porque el acontecimiento sin duda más relevante de los años inmediatamente anteriores a la película es la I Guerra Mundial, con millones de muertos, más que ahora con la pandemia, lo que provocó una desolación y un dolor desconocidos hasta entonces en Europa. En ese marco, hay un fortalecimiento de la izquierda con su alternativa rupturista y violenta contra el capitalismo. El marxismo es el modelo a seguir. Pero es con los socialdemócratas cuando Alemania firma el Tratado de Versalles, humillante para los alemanes, cediendo territorios, entregando las armas, pagando elevadas sumas a los vencedores, mientras el país atravesaba una explosión del desempleo y enfrentamientos sociales que no encontraban solución. Por eso, Murnau representa no la belleza sino la angustia y el horror que hay en el mundo que le toca vivir.

Pero queda algo muy especial en Nosferatu. Se advierte referencias simbólicas del momento histórico de aquel 1922, premonitoria visión de lo que vendría más tarde en la Segunda Guerra Mundial. La semilla del odio de la primera gran guerra dio su fruto maligno en la segunda. El auge del partido nazi se veía venir. ¿Presagiaba el conde Orlock a Hitler? Es una lectura posible. Nosferatu solo moriría al morder a una mujer de corazón puro. H. P. Lovecraft escribió:

A través de las puertas del sueño custodiadas por los ghouls,

más allá de los abismos de la noche iluminados por la pálida luna,

he vivido mis vidas sin número,

he sondeado todas las cosas con mi mirada;

y me debato y grito cuando rompe la aurora y me siento

arrastrado con horror a la locura.