La espera ha sido larga. Por el camino decenas de aficionados cajistas han sufrido la enfermedad, el confinamiento, los ERTES y hasta la pérdida de su empleo como miles de españoles, pero que en la tarde noche del miércoles recuperaron la sonrisa viendo a su equipo. Suena en mi casa «el sitio de mi recreo» de Antonio Vega y eso fue Unicaja para sus seguidores y para miles de aficionados al baloncesto. Los aficionados que buscan dinero donde no lo hay para pagar las entradas para ver a su equipo o pagar la cuota de la TV solo piden eso: trabajo, ilusión, entrega y si además se gana, fiesta completa.

Este equipo ha evolucionado mucho desde el inicio de temporada. Si ante el FC Barcelona Luis Casimiro sale con un quinteto formado por Gal Mekel, Darío Brizuela, Axel Bouteille, Marko Simonovic y Rubén Guerrero, ¿Pensaríamos que está tirando el partido o que se ha vuelto loco? No. Pues ninguno de los cuatro primeros estaba en el equipo al principio de temporada y el último tenía reservado un rol de ayuda en los entrenamientos y poco más. Las lesiones y la rápida reacción de Manolo Rubia han dado la oportunidad de testar a jugadores de cara a la próxima temporada y de reforzar el equipo de manera superlativa. Hay que recordar que este equipo esta jugando sin su jugador franquicia, Jaime Fernández.

Con la continuidad garantizada de Bouteille y Brizuela, el club debería asegurarse la continuidad también de Simonovic y sobre todo de Gal Mekel. El serbio de Pristina resume su aportación al equipo en la estadística de su último partido: 7 minutos, 7 puntos, 100% en triples, 3 rebotes y 7 de valoración. Oro puro para complementarse con el capitán Carlos Suárez.

El base, Gal Mekel, es la excelencia. Lo escribí en estas páginas cuando fichó por el club: Es el director de juego que necesitaba el equipo desde que se fue Carlos Cabezas. Desde entonces se han fichado a decenas de bases y ninguno ha rendido como lo hizo ante Iberostar el israelí. Un recital en la dirección, correcto en el tiro y 10 asistencias, más un balón recuperado sin perder ninguno. Waczynski, que por fin recordó a aquel jugador que maravilló en el Obradoiro, Elegar y Gerum deberían invitarle a cenar esta noche. La única pena que llegará en 2020 y no cuando lo pudo hacer por primera vez en 2015.

Con raíces en Polonia y Rusia, formado en la Universidad de Wichita State en Kansas, en Israel bajo la mano del genial Oded Kattash y apodado «Hércules» por Dirk Nowitzki en los Dallas Mavericks por su ética de trabajo y gusto por las pesas, Mekel está en uno de los mejores momentos de su carrera y lo que es mejor: Entiende perfectamente los sistemas de Luis Casimiro, como ya demostró en Gran Canaria, donde participó en la clasificación de los insulares para la Euroliga.

Mekel hace mejores a sus compañeros porque «soy un base puro que prefiere dar una asistencia a anotar una canasta». Justo lo que le faltaba a este equipo para ordenar todo el talento que tiene. Mekel nació en Petah Tikva, una ciudad al este de Tel-Aviv y cerca de Cisjordania, cuyo nombre significa «la puerta de la esperanza». Eso es lo que nos ha traído Mekel porque era la pieza que faltaba para darle sentido a todo un grupo. Espero que siga el año que viene y que junto a todo el equipo nos siga alegrando estas tardes que por la situación mundial que vivimos a veces se nos hacen muy duras. Gracias por el trabajo y a seguir...