Las cosas cuando nos ocurren o nos tenemos que enfrentar por primera vez nos provocan de antemano muchas emociones en ocasiones negativas. Por ello es importante que desde pequeños vayamos exponiéndonos a situaciones nuevas y desconocidas para ganar confianza. Normalmente, una vez que hemos superado el miedo o la incertidumbre no lo consideramos tan fatídico como nos lo habíamos imaginado.

Cuando hablo de confianza no hablo de conocimiento, sino de equilibrar las emociones ante lo nuevo, de saber que seremos capaces de, quizás en mejor o peor medida, pero que sí seremos capaces. Confiar en nosotros mismos, no para hacerlos siempre bien, sino para saber que somos capaces de intentarlo.

Los pensamientos negativos nos pueden incluso llegar a provocar ansiedad (no solo inseguridad), sobre todo cuando somos más adultos y no estamos acostumbrados a salir de nuestra zona de confort, o llevamos mucho tiempo dentro de ella y nos hemos acomodado (en ocasiones hasta nos acostumbramos a lo malo y preferimos quedarnos donde estamos).

Enseñar seguridad o ambición supone animar e incluso en ocasiones, por qué no, obligar a probar, ya sean comidas, excursiones, actividades, viajes€ empezar probando cosas nuevas con la familia hará que la inseguridad sea menor, así como el estrés, pero la familia debe ir dando poco a poco autonomía para dejar que los más pequeños vayan probando, atreviéndose, buscando o investigando.

Las sensaciones de nerviosismo, preocupación, agobio e incluso tristeza deben aparecer de manera paulatina en relación a la edad de los niños, para que vayan preparándose para ser adultos capaces, valientes (que no significa no tener miedo sino saber que se podrá afrontar, que se sabrá pedir ayuda, que sabrán gestionarse pase lo que pase).

Hasta es normal bloquearse en momentos determinados, para reconocer también que somos sensibles, que nos equivocamos y necesitamos de la experiencia para crecer a través del ensayo y el error.

En el caso de notar determinada sintomatología sería adecuado recurrir a profesionales para la gestión de la ansiedad. Estos síntomas son mucha sudoración en las manos, sequedad de boca que ni bebiendo agua se calma, temblores descontrolados, insomnio, molestias gástricas graves, bloqueos físicos, desmayos, llantos o enfados con auto diálogos negativos incontrolables y desmesurados.

La sociedad en sí, desde pequeños nos va mostrando caminos y opciones a seguir para crecer sanos y avanzar hasta un desarrollo adulto, como pueden ser las excursiones del cole, irse a casa de algunos amigos a dormir, visitar ciudades o ir de camping, practicar nuevos deportes, asistir a clases con personas diferentes, universidad, erasmus, etc.

Es fundamental darle importancia a atreverse a dar estos pequeños pasos desde que son pequeños, para normalizar dichos desequilibrios entre pensamientos y acciones y no llegar a bloquear o sentir una ansiedad bloqueadora, solo estrés por la incertidumbre o el desconocimiento.

La sobreprotección evita muchas primeras veces y todos necesitamos de ellas para aprender, evitando siempre el riesgo excesivo, ofreciendo oportunidades, pero educando en autonomía y libertad pensando en un presente incluso más divertido y un futuro con más posibilidades a la hora

de decidir.

A lo largo del desarrollo de las personas podemos percatarnos de reacciones facilitadoras o bloqueantes, así como pensamientos más o menos adaptativos. Y es ahí donde de adultos notaremos la diferencia a la hora de considerar el vaso medio lleno o medio vacío, si las excusas estarán dentro o fuera de nosotros mismos y si nuestras ilusiones serán más fuertes que nuestros miedos a la hora de vivir la vida.