He pensado estos días cómo se habría divertido estos días, de seguir vivo, mi excompañero de 'Triunfo' Luis Carandell con algunas declaraciones de políticos jubilados o en activo, dignas de figurar en la sección que bajo el título de 'Celtiberia Show' publicaba en las páginas de aquel semanario.

Propuestas como las que hizo recientemente la inefable presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de celebrar una corrida de toros en homenaje al personal sanitario que tanta entrega ha demostrado durante la actual pandemia.

Los argumentos esgrimidos para justificar su propuesta no tienen, como suele decirse, desperdicio: se trata del sector de lo que ella llama «cultura española» que más beneficios aporta y al que tantas veces se ha tratado «injustamente desde el punto de vista financiero y del reconocimiento social».

De ahí que el Gobierno regional que preside la dirigente del PP madrileño haya pedido además al de España que rebaje el tipo impositivo que grava al toro de lidia de un 21 a un 4 por ciento para compensar las pérdidas económicas que está sufriendo ese sector ganadero con la suspensión de las corridas.

Todo ello mientras nos enteramos, gracias a la prensa, de que Madrid tiene la mitad de camas hospitalarias por cada 100.000 habitantes que Atenas y cinco veces menos que, por ejemplo, Bucarest o Budapest y está a la cola de la Unión Europea. Eso sí, tiene la Monumental, algo que no tienen ninguna de esas otras capitales europeas.

Y, hablando de declaraciones dignas de la sección de Carandell en aquel semanario de título tan poco acorde con su contenido democrático y antifranquista, ¿qué decir de la resurrección del diablo en la boca de políticos y hombres de Iglesia?

Así, el exministro del Interior del PP Jorge Fernández Díaz, que en su día concedió una medalla policial nada menos que a la Virgen, revela ahora una conversación que tuvo en Roma hace ya cinco años con el todavía papa Benedicto XVI en la que pidió a éste que rezara por España, amenazada de destrucción por el independentismo catalán.

Según el político del Opus Dei, Benedicto XVI le explicó que «el diablo» sabe de los servicios prestados por España a la Iglesia de Cristo a lo largo de la historia y «siempre ataca a los mejores y por eso ataca especialmente a España y la quiere destruir».

El diablo anda muy ocupado estos días, al decir también de uno de nuestros príncipes de la Iglesia, el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que siempre nos sorprende con alguna declaración que Carandell habría incluido sin duda también en su sección.

Cañizares, a quien hizo cardenal en su día el papa Benedicto, aprovechó la última festividad del Corpus Christi para afirmar en la catedral de Valencia que una vacuna del coronavirus se fabrica con células de «fetos abortados».

«Eso es ir en contra del hombre, eso es despreciar al hombre. Primero se le mata con el aborto y luego se le manipula», dijo Cañizares, quien agregó que «el demonio existe en plena pandemia e intenta llevar a cabo investigaciones para vacunas y curaciones».

Según Cañizares, que es no sólo príncipe de la Iglesia sino también académico de la Real Academia de la Historia, debe de haber científicos que han vendido el alma al diablo. ¡Ay, querido Carandell, cuánto te echamos algunos de menos en nuestro ruedo ibérico!