El coronavirus no ha conseguido cargarse al gobierno de Sánchez, sino que lo ha fortalecido. Todas las encuestas, las conocidas y las que no, le dan al PSOE la confianza mayoritaria de los españoles. La izquierda suma más que la derecha y su homónima, la ultraderecha facha. Y esto tiene muy nervioso al personal, o sea, a Casado y a Abascal. El Gobierno sale con más apoyos, con más fuerza y el PP se encuentra que su estrategia ha fallado de forma rotunda, sin paliativos. El PP de Casado, con la oposición interna de los barones de Galicia, Andalucía y Castilla León se enfrenta a su propia estrategia de mantener la crispación y la tensión hasta llegar a la provocación y al insulto. Está en el camino de Vox, con el resultado de que la ultraderecha se le sube a las barbas, una y otra vez. A Casado le queda su guardia pretoriana, Cayetana Álvarez de Toledo y Teodoro García, y la no menos de su aguerrida cohorte provocativa que conforman Rafael Hernando y Javier Maroto, el de la moto. Con estas armas no llegará muy lejos, levanta ampollas entre los moderados y entre sus propios barones que tienen que gobernar con el maná que le llegue del Gobierno.

Dicho esto, ¿qué está haciendo ahora el PP de Casado para mantener la tensión, cercar a Sánchez y provocar su caída? Tiene dos caminos muy claros y que él cree le dará resultados: el primero, seguir al ataque a Iglesias y Podemos. Creen que es el punto débil del Gobierno y se equivocan. El mantra de la derecha de llamarles comunistas, bolivarianos y que rompen España ya no vende; está amortizado. Pablo Iglesias ha mostrado que es más dúctil y pragmático de que lo que pensaban. Iglesias hará y hace todo lo posible para que esta legislatura cumpla sus cuatro años. No tiene otra salida. Y Sánchez, por más que dentro de su propio partido haya quien le niegue el pan y la sal, acusándole de haber dilapidado la herencia del intocable Felipe González, pervertido los principios ideológicos de un partido centenario y haber mandado a paseo a no pocos 'pata negra' del socialismo histórico, sigue y sigue, como el conejito Duracell. Inasequible al desaliento, capaz de entenderse con tirios y troyanos, haciendo oídos sordos a los santones de su paraíso más cercano, el de algunos socialistas que han hecho de las puertas giratorias su mejor mensaje. Los hay que se ponen muy serios, los que no entienden cómo Sánchez circula por caminos tan peligrosos como apoyarse en los independentistas; pero es lo que hay. Son los nuevos tiempos y en ellos se sumerge Sánchez, con geometría variable, con claridad de ideas que le permita mantener por encima de todo el gobierno progresista. Porque, lo contrario, sería abrir la puerta a quienes, por ejemplo, en Europa luchan por cortarles las alas a la ayudas a recibir por España.

Perdida la batalla (¿la guerra?) en España, no haber podido llevar al Gobierno a la desesperación y tener que convocar elecciones, lo hace ahora en Europa, alineándose con el grupo de los duros, declarados calvinistas, para imponer condiciones a los 150.000 millones de euros a recibir por España, dios mediante. Sánchez quiere una sociedad más estable, más solidaria, más justa, con ayudas directas a sanidad, educación y dependencia; en defensa de los más desfavorecidos. Si el PP se alinea con quienes piensan que los españoles somos vagos por naturaleza, que nos gastamos las ayudas en bares y pachanga, en putas y bebida, el futuro que le espera no es agradable, entre otros motivos, porque habrá barones de su partido que se alzarán en armas si no llegan las ayudas europeas prometidas. Peligro, muy peligroso. Pero al PP poco le importa. Al PP, como se ha visto cada miércoles en las interpelaciones al Gobierno, le queda ya poco recorrido, manteniendo el mantra de un gobierno cercado por la ruina e incapaz de sacarnos a flote. Y, claro, el Gobierno contento y feliz porque este mantra no cuaja ya en la sociedad. Dicho lo cual, habrá que esperar que se abra un nuevo frente: el reparto de los fondos europeos. Pero este otro es otra cantar. Ahora, lo que importa es conseguir los 150.000 millones de euros. Si el PP subsume la política bastarda de Vox, ahora merodea a los radicales europeos. Todo está dicho.

P.D.- (1) Vade retro Satanás; vade retro Maldonado, presidente de la Universidad Católica de Murcia. No queremos en Málaga más 'kikos' ultraconservadores y ultracatólicos; ni más Guerrilleros de Cristo Rey. Estamos saturados. ¿Qué hará nuestro Paco de la Torre? ¿Le cederá los terrenos en el Pato para la Universidad privada que pretende Maldonado? Paco de la Torre, pato cojo. La palabra la tiene la oposición (e incluyo a Cs), o sea David Pérez (PSOE) y Zorrilla (AA).

(2) ¿Devolverá el presidente andaluz de Vox, el juez Serrano, los dos millones de una subvención conseguida con malas artes? No caerá esa breva. Pero ahí lo vemos dando lecciones de ética y moralidad.