Cierto es que el COVID ha puesto en evidencia que en España podemos avanzar y mejorar con el teletrabajo, no solo por un virus, sino por la distancia, las situaciones familiares de los trabajadores, viajes, etc.

Existen profesiones que resultarían complicadas sustituirlas a nivel presencial por el nivel alto de conexión que requiere con las personas y puede incluso que el rendimiento esté muy asociado a este tipo de conexión, a la calidad de la empatía y del entendimiento humano. ¿Realmente somos reemplazables? ¿Es la inteligencia artificial un camino hacia un futuro de valores y respeto?

Me pongo a pensar en los profesores, los médicos, los fisios, la estética, los entrenadores... Siempre digo que nada ni nadie es indispensable, pero lo hago refiriéndome a cómo cambian las relaciones entre nosotros con el paso del tiempo y donde ayer hubo necesidad hoy no queda ni el recuerdo. ¿Cómo podemos sustituir las relaciones personales? ¿No basta con el infinito mundo de la tecnología y las redes sociales?

Un avance si podría ser la mezcla del teletrabajo con el presencial, la correcta relación de ambos según no solo las necesidades financieras de la empresa, sino la de los trabajadores. En ocasiones se nos olvida aplicar lo más fácil, la lógica.

Si ya estamos inmersos en una crisis de valores mundial, debemos tener cuidado con potenciar dichos avances, ya que no estamos preparados ni estamos educando a las generaciones jóvenes que están llegando para trabajar de una forma responsable desde casa.

Sustituir las relaciones humanas por las online no solo es un reto, sino un riesgo, la gestión de grupos, la colaboración, la empatía o la conexión resultarán complicadas de sustentar sin un contacto físico recurrente.

Me planteo todo esto porque la motivación y la emocionalidad resultan fundamentales para el aprendizaje y el desarrollo, así como la curiosidad, la autosuperación a través de la capacidad de conocerse mejor, conocer a los demás y aprender a pensar. Y hoy por hoy solo conozco a un profe que se esté preparando para este nuevo mundo, el mundo de la distancia emocional.

La pandemia ha sido una época de adaptación obligada para todos y en todos los ámbitos, pero esto ha tenido repercusiones no solo a nivel económico. ¿Habéis notado cómo han subido las notas? ¿Qué habrán hecho tantos peques sin internet todo este tiempo? ¿ Y la desesperación de los padres con los trabajos y las plataformas online de los centros educativos? ¿Los universitarios han sentido el mismo compromiso/obligatoriedad para estudiar? ¿Y el desconocimiento, incertidumbre actual sobre cómo se va a empezar? ¿Planificación, gestión del personal, organización...?

Existen profesiones y situaciones donde el contacto resultad imprescindible para generar conexión, emociones y avance. Crecer desde el teletrabajo puede ser posible, pero educar para el teletrabajo es obligatorio. Compartir emociones a distancia hace que estas se vuelvan frías y menos intensas, y las emociones son el motor de la vida. Un 2020 donde las redes sociales ocupan un tiempo más que considerable y el teletrabajo se empieza a extender solo me provoca preocupación.

Tendremos que dedicarnos a querernos más, ayudarnos más, juntarnos más, ser más ejemplos que nunca para las generaciones que vienen por atrás y cuidarlas para que no se vuelvan fríos, calculadores, gestores y dependientes de su propio interés.