Me he enterado de que se llama mar al fondo de una fuente. Lo he aprendido leyendo la nota de prensa sobre la rehabilitación de la fuente de la plaza del Obispo, que ya se puede volver a disfrutar con sus chorros de agua y su mármol gris del siglo XVIII frente a la catedral, en Málaga. Mar. Al fondo de las fuentes está siempre el mar. Y en estos días cierta marejada política en Málaga, con dureza en ciertos calificativos (también un poco 'marinos', por venir incluso de Marín).

Tablero

No casa demasiado con Cassá la dureza con que están poniendo colorado al exnaranja en Ciudadanos. De «tránsfuga» e irresponsable, por ejemplo, le ha tildado el vicepresidente de la Junta, Juan Marín. No sabe uno cuánto de teatro político hay en ese rasgarse las vestiduras de quienes le apoyaron como líder ciudadano en el Ayuntamiento malagueño. Ni cuánto en esa escenificación que reprocha al PP local la acogida de semejante exnúmero en su refugio institucional para evitar sobresaltos en el Ayuntamiento, precisamente cuando los nuevos naranjas en Madrid, ya todos arrimados a Doña Inés, asumen que su lideresa nacional haya optado por mantenerse arrimada a Sánchez en las últimas votaciones en el Congreso. Aunque la suma de los votos de Casado al decreto que establece las condiciones de la nueva normalidad, como los de Arrimadas, parece que ha aminorado las diferencias. Y no sólo eso, sino que ha dado alas al presidente andaluz, Juanma Moreno, para reprochar de nuevo a Susana Díaz que aquí su partido nunca pacte con él priorizando el interés de Andalucía por encima de su partido. Fichas: torres, caballos, alfiles y alguna exreina en el fragmentado tablero de la política actual con marejada y mascarilla.

Estado

En todo caso, parece razonable pensar que la mayoría de los ciudadanos gana si los principales partidos nacionales llegan a acuerdos de estado durante la pandemia, que no los nacionalistas (ni los turolenses, que también existen), aunque sean parte de la nación. Cuando hablo en privado con la gente, demasiadas personas me trasladan su desconfianza en que la responsabilidad individual pueda defender la salud colectiva y, por tanto, también, la economía del país. Nosotros, la gente, decimos que la gente, los otros, no se pone la mascarilla ni mantiene la distancia física para no contagiarse y, sobre todo, para no contagiar. La noche de San Juan, sin embargo, algo tan arraigado en la forma de ser del malagueño como amanecer en la arena con el ruido del mar en la cabeza, oliendo a humo y tinto con casera, las playas amanecieron responsablemente vacías y preciosas, por cierto.

Rebrotes

Los brotes preocupan. El bicho es eficacísimo contagiando. Y aunque, por ahora, no son las cifras de ingresados lo relevante, podrían volver a serlo si no somos capaces de controlarlo. El mundo entero nos lo está gritando. América no ha llegado al pico de la famosa curva que fue nuestra pesadilla durante el confinamiento. El mismísimo estado de Nueva York, según los informes de la universidad Johns Hopkins, es el estado más golpeado de Estados Unidos con casi 400.000 casos testados y más de 31.000 muertos. Sin decimales, convengamos Nueva York tiene unos 8 millones de habitantes. También la Lombardía italiana sigue sumando contagios y fallecidos, pese a que Italia se bate el cobre contra el bicho en la calle, tras el confinamiento, para recuperar su economía. El primero de los centros gestionados por Cruz Roja en Málaga que principalmente nos preocupa, con emigrantes y trabajadores infectados (resulta estúpido e inútil culpar a unos u otros ideológicamente de contagiarse), está siendo controlado. Pero poner a Málaga en las noticias por un brote, cuando queremos que vengan turistas a visitarnos, no es lo deseable. No podemos bajar la guardia mi en reuniones familiares, porque el virus no está dando tregua a nadie, por mucho que nos digan que nuestros hospitales están por fin preparados y sea verdad, lo que no debe pasar es que ni nosotros ni nadie querido termine en el hospital.

Pepe Calvo

Como terminó el querido y respetado catedrático de Teoría y Filosofía del Derecho Pepe Calvo. La muerte no entiende de causas y las aprovecha todas. El cáncer que se le manifestó como un recurrente dolor de espalda por navidades terminó siendo el inquilino no deseado de sus pulmones. El miércoles murió, tras conocer apenas un día antes y con alegría su nombramiento en el Consejo Consultivo, según me cuenta con tristeza el catedrático de Derecho Constitucional Ángel Rodríguez (ambos, muy jóvenes, me dieron clase en aquella primera facultad de Derecho en El Palo, en Málaga, en la década de 1980) Cultísimo, estudioso desde Tolstoi a Borges y admirado en algunas universidades hispanoamericanas, el recuerdo de su valía me ha traído el de un profesor de los tres, el insigne Alejandro Rodríguez Carrión, que murió en circunstancias similares. Que Málaga no les olvide... Porque hoy es sábado.