'Un partido bisagra no claudica', por Jesús D. Mez Madrid

Un partido bisagra no claudica para entrar en un gobierno, sino que impone parte de sus ideas a la formación minoritaria que necesita de sus escaños para gobernar. Esa carencia ideológica y el posibilismo son las rémoras y el peso muerto de los que no se pudo deshacer Rivera y de los que no puede librarse Arrimadas.

Una indefinición que alcanzaban su cenit en las votaciones para el estado de alarma. Se sabe el por qué antiespañol de las votaciones de la Esquerra; se conocen desde hace mucho tiempo las razones del PNV -consistentes en platos y en tajadas- que le llevaron, en horas veinticuatro, a votar los presupuestos de Rajoy y la moción de censura contra Rajoy; son inequívocos los intereses proetarras, pero es imposible justificar el sentido de los votos de Ciudadanos.

Lo que posiblemente ocurra en Madrid, se viene oliendo desde antes de la Navidad de 2019 y se concretó cuando Gabilondo no entraba en los consejos de ministros de Sánchez, pero los vaivenes de Aguado se caen por su propio peso y demuestran un acné mental preocupante.

Si algunos de sus nombres más destacados, Villacís, Aguado o Marín van tan por libre como parece, también queda en entredicho el liderazgo de Arrimadas, con lo que el panorama del partido, encuestas incluidas, se ve cada vez más oscuro.

Pienso que las biografías políticas de Alcalá Zamora, Miguel Maura y hasta de Alejandro Lerroux, deberían ser de lectura obligada para los líderes de Ciudadanos