Creo yo que Albert Camus se dedicó a escribir solo para que le pusieran una rotonda en Málaga. De lo grande que es. Pasar a la posteridad es que le pongan tu nombre a una rotonda. No a una avenida ni calle, tampoco a una glorieta, que en Málaga no dan gloria, más bien un poco de reparo, con esas fuentes o chirimbolos horteras o estatuas de santos. Tanto dedicarse los pobres a hacer milagros y acaban subidos en una peana o pedestal ahumados por la contaminación. Si lo llegan a saber lo mismo no dedican su vida a la bondad. Ya han inaugurado la glorieta Albert Camus. Ayer se afanaban decenas de obreros bajo un sol de injusticia colocando césped, macetas, flores y palmeras, unas palmeras que no gustan a los vecinos de la zona. Así lo han hecho saber estos días en comunicaciones diversas a la prensa. La función de la prensa local es decirle al Ayuntamiento que ya está bien de palmeras en la ciudad, que a quién le interesan tantas palmeras, que a los vecinos no les gustan y que si no hay otro árbol, que esto parece Elche trufado con el Sáhara en la parte que no hay desierto. Y no es que uno vea más dátiles ni palmitos. La prensa local derriba palmeras mientras la nacional lo que quiere es derribar gobiernos. La cosa es no plantar concordia. Según las previsiones más optimistas, ayer iba a quedar liberada la avenida de Andalucía. Se echó en falta un parte de guerra, en el día de hoy, cautiva y desarmada y finalizada, la obra del metro han alcanzado las máquinas pulidoras sus últimos objetivos y tal. Una década. Málaga, uno de julio. Ya se puede pasear de Camus a Cánovas sin tantos chirimbolos ni obstáculos, que no es que no fuera necesaria la obra, lo que sí era necesario es que no durara una vida. La vida es lo que nos pasa mientras se empeñan en hacer obras en la avenida de Andalucía, que ya tiene metro por debajo, metro que permitirá llegar al Centro desde muchos puntos de la ciudad en un abrir y cerrar no de ojos y sí de puertas de vagón de metro. Habrá merecido la pena «en aras de la movilidad», dicen los cursis, que no se mueven de la frase hecha o los palabros. En algunas ciudades te desesperas aguardando el metro. En Málaga la espera para que se medio complete ha sido de muchos años, años en los que ha habido crisis, desidias, empresas que la han palmado, diligencia y desidia política, cambio de administraciones y palmeras. Que por doquier crecen en las aceras.