Para los filósofos de la ciencia, las matemáticas son uno de los pilares fundamentales para el conocimiento científico. A pesar de su abstracción, una de sus muchas virtudes es servirnos para predecir el futuro.

Las fórmulas matemáticas nos permiten conocer desde el tiempo que tardaremos en ir de casa a la oficina hasta el movimiento de los planetas con precisión de segundos.

Sin embargo su aplicación a las ciencias sociales dejan tras de sí todo un abanico de injusticias y desigualdades que es necesario atajar. Los flujos migrantes de las personas en busca de un futuro mejor para sus vidas se ha convertido en meros números de unos miles de individuos sin nombre, sin cara, sin sentimientos. Las cifras del paro son meras estadísticas y porcentajes de subida o bajada. Y así un largo etcétera.

Hay ocasiones en las que la fría aplicación de las matemáticas origina graves problemas a personas que nada tienen que ver con quienes las manejan.

La crisis sanitaria que estamos viviendo está dejando paso a una crisis económica sin precedentes en estas primeras décadas del siglo XXI. En los próximos meses se producirá un descenso generalizado de los ingresos de decenas de miles de familias lo que provocará no solo una caída del PIB del conjunto del país, sino una merma importante en el acceso a los bienes básicos de alimentación, educación, sanidad o transporte de familias con nombre y apellido.

Muchas de esas familias han tenido que acudir en las últimas semanas a la ayuda de las instituciones públicas y de diferentes organizaciones humanitarias. Cruz Roja Española ha sido el catalizador de la ayuda de casi un millón de euros que el Ayuntamiento de Málaga ha hecho llegar a sus vecinos, y en estos momentos gestiona los más de 2.5 millones de euros que la Junta de Andalucía ha puesto a disposición de la institución para hacerlo llegar a más de 3.500 familias en todos los municipios de nuestra provincia.

Todas estas ayudas se encuentran baremadas en base a un porcentaje de la renta media de la población. Con el empobrecimiento generalizado de las familias dicho porcentaje bajará aún más, por lo que serán miles las familias que, aun manteniendo el mismo nivel de bajos ingresos actuales, no podrán acceder a las ayudas que las instituciones públicas vienen ofreciendo, que si bien tienen un alto nivel de precariedad, son en muchos casos los únicos ingresos familiares de los que disponen.

Para evitar que esta crueldad matemática afecte a la vida de los más vulnerables, desde Cruz Roja Española estamos trabajando para que la percepción de las ayudas institucionales se lleven a cabo mediante procedimientos que aborden la problemática individual de cada una de las familias que las demandan, y pedimos a los organismos públicos que establezcan mecanismos de compensación acordes a dura realidad que a muchos de nuestros conciudadanos les está tocando vivir.

Es hora de que la fortaleza de los números deje paso a la razón humanitaria.