Si ya cuesta entender que Netflix tenga en su catálogo un subproducto como 365 días, más difícil resulta asimilar que este pseudothriller (tiene tanta tensión como un maratón de caracoles) con pseudoerotismo (tan excitante como mirar un buzón) tenga tanto éxito. Porque lo que propone esta producción polaca con ínfulas de telefilme de lujo no es otra cosa que hacer una apología del secuestro, la vejación y la violencia contra una mujer para conseguir enamorarla. ¿En serio? Completamente. La idea (un cruce según algunos entre La Bella y la Bestia, solo que aquí la bestia es un millonario que está muy bueno, y Cincuenta sombras de Grey, solo que aquí el tipo con trauma y querencias sadomaso encierra a la chica por la fuerza) la plasma en imágenes una mujer llamada Barbara Bialowas, cuyo mayor esfuerzo parece consistir en encuadrar de forma que al protagonista no se le vean los genitales, problema que no existe cuando se trata de su compañera de reparto. Si el pesadito de Grey lograba enamorar a la chica con sus grandes atributos económicos y físicos, no importando a la víctima que para ello tuviera que ser sometida a todo tipo de humillaciones y sumisiones, aquí el Grey de turno (que arrastra también un trauma, aunque esta vez lo sufrió ya talludito: asesinan a su padre, a la sazón un mafioso) se encapricha de Laura (Anna-Maria Sieklucka) y vaya usted a saber por qué en lugar de enviarle un jet privado con una invitación a cenar la secuestra. Será que el tic mafioso le domina. Su propuesta es aún más absurda: tiene un año para enamorarse de él. Rodeada de lujos, Laura va bajando los brazos y abriendo los ojos al amor a medida que el pretendiente psicópata, machista y zafio a más no poder, le muestra su gran aparato sexual (tremenda la escena de la ducha en la que ella lo mira extasiada) y le va dejando caer que tiene su corazoncito. El síndrome de Estocolmo degenera en síndrome de esto es el colmo. Cuando las pasiones se desbocan, la ¿película? empalma secuencias de sexo de forma cansina y escasamente imaginativa hasta desembocar en un final que deja el camino abierto a una secuela. Horror.