Es fácil acertar el pasado, pero menos apasionante que analizar el presente y hacer pronósticos sobre el mañana.

En España, el Madrid tiene ventajas insuperables: la suerte del campeón y el bajón a todos los niveles de su máximo rival tras las vacaciones forzadas por el covid-19, que se unen a su envidiable estado anímico, aunque no está claro qué fue antes, si el huevo o la gallina. Así, los merengues se sienten ganadores desde el principio de los partidos; jueguen antes o después del Barça no acusan presión alguna. Si a eso le unimos el buen rollo que se vislumbra, el tono físico recuperado, la calidad que atesoran y la prestigiosa e incontestable dirección técnica, hallaremos el mix que les augura la Liga 2020.

El Barça juega a arreones; los que propicia Messi, al margen de técnicos, quejas arbitrales y llantos varios, líos directivos y ficheriles, estado físico, calidad y sistema de juego que empleen. La táctica está clara, balones al líder y él proveerá. Únicamente han surgido otras emociones esta temporada con el viejo Ansu Fati de Valverde y el nuevo Griezmann de Setién. Así que deberán conformarse con el segundo lugar en una liga que a principios de marzo parecían tener amarrada. Pero esto ya lo pronosticamos en plena pandemia, cuando Bartomeu se empeñó en protagonizar su ridículo vodevil.

El tercero en discordia, el Atlético de Simeone, juega a otra liga. Y ahora empezamos a pronosticar lo que puede ocurrir en la Champions. Los colchoneros tienen también una ventaja competitiva: manejan un discurso que va mucho más allá de la calidad individual de sus jugadores. Como bloque, ahora mismo, solo se le puede comparar el Bayern. No descolla nadie más allá de la importancia del sistema, el conjunto, la garra, la seguridad y el espíritu ganador que también atesoran.

Fuera de esos dos equipos, a quienes preveo finalistas porque el sorteo también ha echado su cuarto a espadas, sobre todo a favor de los atléticos; el Madrid bastante tendrá con la Liga, aunque les veo con posibilidades reales de eliminar al City de Guardiola por mucha ventaja que consiguiera en el Bernabéu, cuando el Real era el viejo Madrid de los dos últimos años. E incluso le aventuro posibilidades de triunfo final porque al jugarse los cuartos y semifinales a partido único podrían tener opciones. El Barça se topará en Europa con sus mismos fantasmas españoles, que son los que anidan en el desangelo de su alma. El PSG ha disfrutado de unas vacaciones demasiado largas y le faltará el intenso rodaje que han tenido los demás. La Juventus llegará tan desfondada como irregular y solo un Cristiano milagroso podría darle opciones. Y el resto no tienen talla todavía para aspirar a más de lo que ya han conseguido.

Sin embargo, habrá emociones fuertes previas. Cristiano frente al Real Madrid o ante Guardiola; otra vez. Simeone frente al bailarín Neymar y su coro, con el peligro Mbappé al acecho. Y seguramente, Messi contra la engrasada locomotora alemana del Bayern que actualmente arrasa con todo.

En resumen, pronóstico fácil para la Liga; lo complicado era aventurarlo antes de la reanudación, y apasionante para la Champions. El Bayern y el Atlético de Madrid son mis favoritos claros, con las únicas dudas del renacido Real de Zidane y las posibilidades que puedan aportar al Barça y a la Juve Messi y Cristiano, pero deberían reverdecer demasiados laureles y echarse a sus equipos a las espaldas; demasiados trotes me parecen, aunque también les beneficia los cruces a partido único.

Y como apuesta final, este año puede ser por fin el de los colchoneros. La historia se lo debe tras tres finales perdidas, y su realidad actual lo abona a ello. También la suerte, con la fortuna del sorteo.

Arraciman varios puntos fuertes: dirección técnica extraordinaria, bloque con escasas fisuras, seguridad atrás, forma física adecuada, banquillo extenso de calidad y fuerza, dinámica positiva y jugadores en clarísima alza: el sorprendente reinventado Llorente de Simeone es el mejor exponente.

Siendo tan diferentes, sobre todo en el sistema de juego y en futbolistas, este Atlético me recuerda por su aura a la selección española campeona del mundo en Sudáfrica. Pocos goles en contra y a favor, pero decisivos.

Y también en algo que puede ser definitivo: la suerte, idea de juego clara, ausencia de figuras, deuda histórica y una moral a prueba de terremotos.

Si así fuera, el fútbol total habría superado otra vez a las vedettes.