La UE nos quiere en libertad condicional. Si nos ayuda será a cambio de mantener el cuerpo en forma, al estilo del Norte, o sea, delgado, frugal y frígido: déficit contenido = presupuesto público ajustado = recortes en según qué cosas y aumento de impuestos. Cara a la política interna eso simplificaría mucho, y un pacto presupuestario vendría ya casi hecho desde la capital de Flandes. El problema está en que cada vez más gente de todo el Sur de Europa podría preguntarse para qué nos sirve la UE, y si será como los bancos, que solo te ayudan cuando te va bien. Esta pregunta es todavía tabú en los partidos "constitucionalistas" españoles, que llevan la marca de nacimiento europeísta de nuestra democracia, pero ¿hasta cuándo?. A lo mejor conviene empezar a recordar a los del Norte que nuestro europeismo de fondo (o sea, el de la calle, que al final manda) es también condicional.