«Juntos y juntas», o sea, separados. «Todos y todas», es decir, unos por un lado y otras por otro. Es hora de ir componiendo un lenguaje inclusivo que comprenda todos los géneros y evite la descomposición que complica el habla habitual de las personas. Es hora de innovar en la lengua, establecer nuevos términos o sistemas que demuestren igualdad entre géneros, desactivar lo que es la fórmula falsa de discriminación que se refiere al sexo más que al género. Si la lengua española distingue varios géneros en su estructura (femenino, masculino, neutro, común, ambiguo y epiceno) la introducción de la doble mención para señalar femenino y masculino sobra. O ignora la gramática y debe corregirse. Quizá fruto de urgencias, de necesitar desterrar de forma rápida palabras y usos excluyentes, incurrimos en defectos que en vez de mejorar nuestro habla lo empeora. Creo que deben ponerse a la labor los lingüistas y expertos gramaticales, desde la Real Academia Española u otras instituciones y ámbitos, quienes conocen el español y todas las lenguas que se hablan en España. En una reciente entrevista una notable feminista -con cargo institucional- señalaba que «juntos y juntas» «todos y todas» debíamos realizar tal cosa, determinada función. Si estudiamos esta doble mención nos encontramos que en vez de juntar separa. Al decir juntos y juntas estás haciendo dos grupos no uno compuesto por ambos géneros. Y lo mismo ocurre con todos y todas, que separa unos de otras y divide la totalidad. Esta dualidad está resuelta en el idioma de William Shakespeare y, creo, en lenguajes más primitivos. Si el idioma está dominado por el género masculino la solución tiene que dirigirse a integrar y no desintegrar, a no duplicar los términos que no excluyen la masculinización sino que abundan en ella añadiendo la feminización y complicando la conversación. Si el español dispone de varios géneros por qué no utilizarlos. Es posible que la solución esté en su mayor parte en los plurales. Y en este sentido varios de nuestros lenguajes lo tengan resuelto. Muchos plurales en bable/asturiano, catalá, galego, euskera descubren su género a través del determinante, artículo o pronombre, por ejemplo, como ocurre en inglés. El castellano disfruta también de diferentes casos y pienso que la riqueza del idioma permite evitar el lenguaje masculinizado si empleamos términos colectivos o términos generalistas. Por otra parte, feminizar algunos cargos demuestra cierta ignorancia idiomática. Aunque este hecho para fomentar la igualdad de género se iniciase como un lenguaje que eliminase el uso de términos masculinos sobre los femeninos. Decir edil, juez, portavoz, rival, mártir, líder, concejal o presidente, dirigente, aspirante, sindicalista, modista, periodista, por ejemplo, no significa mencionar puestos o cargos masculinos sino que se les otorga género con el artículo o pronombre que les pongamos, que les precede. Es más, ese artículo o pronombre español es más preciso que el «the2 inglés o el «des» francés. El uso de «nosotros y nosotras», de «ellos y ellas» supone algún que otro reparo, obstáculo, alguna pega. Primero implica un determinado valor pues, generalmente, se utiliza primero el masculino y detrás el femenino, lo que indica una prioridad que teóricamente es contrario al argumento. Por otra parte implica una falta de conocimiento del idioma porque ignora los géneros, los seis arriba mencionados, de los ricos lenguajes hispánicos. Carezco de la mínima autoridad lingüística para hablar de soluciones al problema de la doble mención pero como en este mundo el que no se moja no prueba el pescado, propongo la utilización de finales de palabra terminados en us, es o is. O dar sonido al hablar a la @ -se pronuncia at en inglés- para usarla en ambos géneros. Terminaciones o @ no separan, son fáciles de recordar y menos complicados que la doble mención. Posiblemente pronto nos acostumbraríamos como ya nos acostumbramos a los neologismos o a los anglicismos que van llenando nuestra conversación. Conviene buscar un lenguaje inclusivo racional que no discrimine y simplifique el habla/idioma, como hacen otras lenguas más prácticas. ¿Buscamus entre todus? Todats juntats.