Todos los profesionales del equipo de un centro de salud, repito TODOS, nos reencontramos con ciertos usuarios y/o acompañantes (aunque no los necesiten), con kilómetros de derechos y centímetros de obligaciones, que exigen SU normalidad, dando por hecho que para ellos no existe pandemia alguna. No aceptan esperar el triaje en la entrada del centro. No usan la mascarilla correctamente. No pliegan el patinete al entrar. Acuden con mucho tiempo de antelación, haciendo corrillos sin distanciamiento en las salas de espera. No aceptan el criterio del profesional. Son maleducados. Exigentes. Chulos. Impacientes. Nos tachan de que no trabajamos, de que sólo se trabaja en el hospital, y de que sólo usamos el teléfono (no voy a especificarlo, de hecho no tendría espacio en esta nota, del ímprobo esfuerzo y trabajo que se realiza cada día en un centro de salud, del numero de pacientes que se atienden presencialmente, que se desconoce, y desafortunadamente, ni se difunda en los medios de comunicación).

Nos insultan, nos ningunean, nos gritan, nos amenazan, y nos agreden fisica o verbalmente. Y siguen a sus anchas; sabedores de su prepotencia.

¿Qué profesional les enmieda la plana a sabiendas de que puede le partan la cara...?

NO exagero, este es parte del día a día de los profesionales de la Atención Primaria.

Seguimos siendo INVISIBLES. Seguimos estando INDEFENSOS (contamos con botón antipánico, llamada a la policía, demanda judicial... y si acaso, tener a mano la grapadora como posible elemento de defensa).

Aún así, seguimos CUIDÁNDOLOS.

¿Qué tal un poco más de respeto y atención al profesional?

José María Marín. Enfermero de Atención Primaria

Málaga.