Eran las 22 horas y 53 minutos del día 16 de julio del presente curso futbolístico, cuando el sonido de un silbato perturbaba el silencio sepulcral que reinaba en el Estadio Alfredo Di Stéfano de Valdebebas. Desde el 7 de julio de 2014 se guardaba un luto riguroso que definitivamente fue roto y para siempre -contando con la bendición del propio Alfredo-, por la gran hazaña que se acababa de llevar a cabo en esos momentos sobre su césped. Y es que el Real Madrid se acababa de proclamar campeón de la liga más «motiva» de la historia del campeonato.

El estadio cuya denominación en honor a las grandes hazañas llevadas a cabo por la vieja «Saeta», actuó de verdadero talismán en la conquista del 34º título liguero de los blancos, quizás el más grande de su historia, elevando la grandeza del club a las cotas más altas existentes dentro del estamento balompédico nacional y mundial.

Hay miles de razones que nos llevan a pensar en ello. Una de las cuales es indiscutiblemente la capacidad de liderazgo de Zinedine Zidane, que ha logrado recuperar a un vestuario que literalmente calificaron de enfermo en fase terminal. Con una psicología al alcance de muy pocos, el franco-argelino consiguió reactivar a todo el vestuario hasta hacerlo creer que seguían siendo los mejores. Y así ha ocurrido, ya que salvo contadas excepciones como Mendy, Hazard y un resurgido Courtois, el equipo ha sido el mismo que tanta gloria había dejado al club.

Pero no nos equivoquemos, no califiquemos a Zizou como a un simple manejador de grupos humanos, ya que jornada tras jornada nos ha venido sorprendiendo con su capacidad táctica a la hora de hacer frente a los rivales. Desde los clásicos 4-3-3 y 4-4-2, al revolucionario 4-5-1, donde con Benzema como único delantero -capaz de destapar todo su repertorio con una exquisitez asombrosa, lo que a mi juicio, le convierten en el candidato número uno al Balón de Oro de este año-, lograr construir a un Madrid sólido y prácticamente invencible.

El comienzo de esta extraordinaria conquista nos hace retroceder en algunas fechas hasta el 14 de junio, cuando los blancos doblegaron al Eibar por 3-1. Luego y por este orden, Valencia, Real Sociedad, Mallorca, Español, Getafe, Ath. Bilbao, Alavés, Granda y Villareal, sucumbieron ante el poderío madridista, logrando un expediente inmaculado de 10 victorias consecutivas con 19 goles a favor y únicamente 4 goles en contra, lo que hace aún más grande su proeza. Los Courtois, Ramos, Casemiro y Benzema, han formado la columna vertebral de un equipo de leyenda que ha sabido resurgir de sus propias cenizas cuan ave fénix se tratase.

Pero al margen de lo comentado anteriormente y para un servidor, el epicentro de este periodo de gloria tiene un nombre propio y en mayúsculas -pese a quien le pese-: Florentino Pérez Rodríguez, el presidente del Real Madrid. Hablar del máximo mandatario del club situado en el número 1 de Concha Espina, es hablar, junto a don Santiago Bernabéu, del gran rey midas del madridismo a lo largo de su historia, cuya característica común ha sido la de hacer del Madrid la institución más grande del mundo, soportando a sus espaldas el gran antimadridismo existente. Y es que como ya dijo un día don Santiago, «el antimadridismo es el precio que hay que pagar por tener más ligas que nadie en España y más Copas que nadie en Europa».

Dicen que cuando una persona se marcha para siempre es cuando se realzan sus valores y su grandeza, por lo que aconsejo a todos los madridistas que tanto le critican, dejen a un lado su rencor y le alaben en vida ya que luego le van a echar mucho de menos, y me atrevería a decir que hasta límites insospechados ya que jamás vendrá nadie como él. Si el Siglo XX fue de Santiago, el Siglo XXI es de Florentino.

Otro personaje clave en este cuento de hadas es Eduardo Fernández de Blas, la mano derecha del presidente y cuyo madridismo transmite allá por cada rincón de España que visita, entremezclándose entre sus gentes e inculcándoles ese gran señorío del que siempre ha gozado el club.

Por último, no quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar a una persona cuya participación en la gestión y el buen funcionamiento del club -desde hace ya casi 20 años y sin acaparar grandes titulares- se antoja crucial, como es la figura de Manuel Redondo Sierra, director Gabinete de Presidencia. Quizás la única persona que conozca perfectamente las entrañas del club y el único que posee las llaves para entrar al mágico mundo de Disneyland Real Madrid. Felicidades Manolo porque una parte de este título, sin lugar a dudas, es gracias a ti.

En definitiva, este gran triunfo, el de la liga del COVID-19, se ha forjado desde el más profundo sentimiento del recuerdo de todos los madridistas y españoles que se nos han marchado para siempre con esta desgraciada pandemia, con especial mención a Lorenzo Sanz, gran artífice de la conquista de la ansiada 7ª Copa de Europa en 1998. Por todos vosotros y por los millones de madridistas que han sufrido y padecido esta lacra, va dedicado este inolvidable triunfo.