¿Es impresión mía o en la nueva normalidad (nu-no) hay cierta indolencia bajo algunas manchas de febril activismo? Avisos, encargos, reparaciones, cosas pendientes de cualquier clase, tardan más de lo normal, se forman colas interminables, las citas previas se demoran y al otro lado del teléfono solo se escucha «todos nuestros agentes están ocupados». Aquí pasa algo, y la excusa del atasco ya no engaña. Mucha gente sigue confinada, pero ahora en una seductora inacción, tras los burladeros de la nu-no, un estatuto protector parecido al de los ni-ni. Lo del teletrabajo tampoco ayuda a la productividad, nadie se engañe: un telecapataz nunca es lo mismo. Es como si mucha gente pensara «si todo va a cambiar, para qué darse prisa», y la idea la devolviera a esos intervalos de sopor y agitación del estado de naturaleza (los de un can, por ejemplo). Encima no se me ocurre ningún reproche.