Los gobiernos regionales están poniendo coto al ocio nocturno. El federalismo es que todos estén de acuerdo en no dejarnos salir de noche. Ya el término discoteca estaba un poco en desuso. Ahora van a estar vacías. Las autoridades entienden que de noche la gente se relaja, se embriaga, se pone cariñosa y se toca. Al fin han entendido algo. Lo malo es que hay una pandemia y uno queda fatal en el karaoke con mascarilla. Ahí es nada que te hagas entender cantando una de Tom Jones con la boca tapada y tres copazos encima. Vas directo a la lista de Los cuarenta (balbuceos) principales. Las discotecas han pasado de estar de bote en bote a evitar los rebrotes. Tampoco es buena época para las verbenas, justo en la época en que más se celebran. España en julio y agosto es una inmensa verbena, la plaza del pueblo con sus banderitas triangulares colgando, las barras improvisadas y en el escenario la orquesta arreando pasodobles o grandes éxitos de los ochenta. Que si quieres tomar algo conmigo, Mari Carmen.

Un país sin ocio nocturno es un país triste. O sea, la España que madruga. Pero no hay más remedio si no queremos contagiarnos o palmar o confinarnos de nuevo. Los empresarios del sector están que trinan, aunque esta frase puede aplicarse también al automóvil, la restauración, las filatelias y las mercerías. La forma de relacionarse va a cambiar: sabes que no habrá copa después de la cena. Hay que jugárselo todo en el postre. Tal vez en el chupito de cortesía. A lo mejor hay que empezar el cortejo en el desayuno.

-¿Estudias o trabajas?

-Ay, mira, yo lo que quiero es un café.

El bailar se va a acabar. Al menos el bailar a las tres de la mañana. Mucho han tardado las autoridades políticas y sanitarias en advertir que es en el jolgorio fraternal desinhibido de la madrugada donde pueden estar los grandes contagios, una vez que el virus (y la gestión de las residencias) ha diezmado a los ancianos.

Sentirse mayor para ir a una discoteca pero joven para ingresar en un asilo es hoy en día un seguro de vida, si no te mata la crisis económica. La noche siempre ha tenido peligros y virus. Ahora tiene más. La noche es el envés de nuestra biografía. Una cara b al margen del currículo vital. En la noche amamos, lloramos, gozamos, conversamos con gente que nunca más veremos. Bailamos, celebramos. Hay una edad en la que la mitad de los recuerdos son de sábado noche. Todos al menos una vez nos hemos sentido el amo de la pista. Ahora tenemos a los disc-jockey en la lista del paro. Silbando.