La crisis del coronavirus ha sacado los colores a los que han recortado hasta la saciedad durante los últimos años los servicios públicos básicos de la sociedad y la protección social de las personas. La reconstrucción debería corregir estos errores para que no se vuelvan a repetir en caso de otra crisis. El brote inicial de la pandemia que hemos vivido ha sido terrible, deja huellas durísimas. Tenemos que acabar con ella para poder reconstruir social y económicamente el país. Pero hay que reflexionar. Porque existe una gran incertidumbre sobre la situación que nos vamos a encontrar a corto, medio y largo plazo. Y la incertidumbre viene de un lado por no tener la certeza de si nuestra sociedad va a tomar el timón, o bien los imprevistos, la evolución de la pandemia, sea la que marque la ruta. Si es así, tenemos un gran problema. Porque este enemigo común al que nos enfrentamos, continúa teniendo muchos aspectos que son desconocidos. La amenaza del virus sigue presente, de modo que la salud pública debe continuar siendo la prioridad y la prudencia nuestra guía de todas las actuaciones.

Pero hay que impulsar y recuperar la economía, y para ello es necesario mantener la pandemia bajo control. Málaga no se puede permitir una recaída, ni en términos económicos ni en términos humanos.

Por eso es necesaria una reconstrucción del país que pase por el desarrollo de un nuevo modelo productivo, laboral y social sostenible a medio y largo plazo, capaz de conjugar la dinamización de la productividad, la innovación y el conocimiento con la generación de empleos decentes, salarios dignos, mejoras en el bienestar social y el respeto medioambiental.

Conseguir un gran acuerdo social de reconstrucción de un nuevo país. Y este nuevo país lo tenemos que hacer sobre bases sólidas. Y las bases sólidas vendrán sobre todo si vemos cuales son los problemas que se han detectado durante la pandemia, y los problemas históricos que tiene nuestra sociedad. Por eso es importante este pacto desde el punto de vista de generar expectativas, la economía muchas veces son expectativas, de generar confianza. Partiendo de los servicios públicos, del gasto publico, que es fundamental para todos los ciudadanos. Se ha hecho un gran esfuerzo para las personas, para los trabajadores, para las empresas y para el sistema productivo. Este pacto se tiene que establecer a través del diálogo, de la negociación y del consenso. Pero ahora hay que entrar en la nueva normalidad, con debates, con confrontación de ideas y si es posible a acuerdos, incluso haciendo concesiones, porque los acuerdos implican hacer concesiones. Los ciudadanos deben vislumbrar que de esta situación debemos salir juntos.

Para ello, es inaplazable afrontar los problemas estructurales que tenemos en España que tienden a evidenciarse cuando se produce una crisis económica como la que sufrimos en la actualidad. Las líneas generales de nuestros planteamientos plasman claramente que debemos profundizar en la diversificación productiva, en un impulso de las capacidades industriales, en un fortalecimiento de los servicios públicos y en una generación de empleo que ofrezca estabilidad y salarios dignos al conjunto de la clase trabajadora.

Debemos tener presente que la calidad, la sostenibilidad medioambiental y la transformación digital son palancas que deben orientar las inversiones necesarias para la reactivación económica en todos los ámbitos.

Y ganar en innovación a través de una estrategia de I+D+i que permita incrementar tanto la inversión pública como la privada, hasta alcanzar el 3% del PIB; y crear un marco normativo que ofrezca estabilidad a los planes de investigación. En contra de lo que pensaron nuestros dirigentes en la anterior crisis, la investigación no requiere mucha inversión, la investigación genera inversión y genera riqueza para un país.

Hay que articular un sistema de enseñanza y formación a lo largo de la totalidad de la vida que sea concebido como derecho y constituya la base para la mejora y la modernización del sistema productivo, con capacidad de adaptación y creación de empleo decente.

Y debemos avanzar en bienestar social, igualdad y equidad, lo que requiere de la mejora de los servicios públicos, entendidos como base de nuestros derechos. En este sentido, cobra especial importancia el fortalecimiento de nuestros Sistemas Nacional de Salud y de Dependencia, profundamente dañados por años de políticas de austeridad y recortes.

Construir un nuevo marco de relaciones laborales que fomente el empleo estable, los salarios suficientes, la conciliación y las empresas productivas. Para ello, es preciso hacer frente a la precariedad laboral estructural de nuestro mercado de trabajo; derogar de la normativa laboral los aspectos que presionan a la baja las condiciones de trabajo y los salarios; estructurar de forma racional el conjunto de medidas de ajuste, desde el despido colectivo hasta la modificación sustancial; racionalizar las jornadas de trabajo y ofrecer mayores posibilidades de conciliación; e impedir y perseguir la discriminación y el fraude laboral.

En Málaga no estamos perdiendo el tiempo, y desde el Ayuntamiento, junto con empresarios y representantes sindicales estamos remando en una misma dirección, para conseguir retomar la senda del crecimiento y evitar una crisis económica y social mayor.

Pero aún queda mucho por hacer.