Tras liderar el crecimiento económico provincial en España durante el período 1995-2007 y superar la profunda recesión motivada por la gran crisis financiera internacional subsiguiente, a lo largo de los últimos años la provincia de Málaga ha tenido una evolución superior a la de sus economías de referencia. Continuando con la tendencia iniciada en el segundo semestre del ejercicio 2019, el comienzo de 2020 había venido marcado por una desaceleración atenuada del crecimiento económico a escala mundial, que también afectaba a Málaga.

En este contexto, la abrupta irrupción de un acontecimiento tan imprevisto como desconocido como es la pandemia del coronavirus y su rápida extensión a escala planetaria han determinado un vuelco radical de la situación, alterando la vida económica y social en todos sus órdenes. La propagación de la enfermedad ha conllevado la puesta en práctica de drásticas medidas que han incidido en la paralización de gran parte de la actividad económica y una interrupción de los flujos e interrelaciones comerciales. Aun cuando inicialmente se anticipaba que sus efectos serían transitorios, se han superado todas las expectativas, con un fuerte retroceso de la actividad y el empleo, especialmente en las ramas de los servicios, con mayor intensidad en el turismo, cuyo peso es muy relevante en la estructura productiva provincial, no siendo descartable que presente implicaciones estructurales, ya percibidas incluso a corto plazo.

Como ha señalado el Fondo Monetario Internacional, nos enfrentamos ante el mayor desafío global desde la II Guerra Mundial, que llevará a la economía mundial a afrontar los peores registros de la era reciente, y desde la Guerra Civil, en el caso de España y sus diferentes regiones. En concreto, simplemente a título ilustrativo, según los datos de afiliación media a la Seguridad Social, durante el segundo trimestre de 2020 se habrían destruido en Málaga más de 15.000 empleos, un 2,5% del total, entre los que no se incluyen los afectados por los instrumentos de ajuste temporal.

Las distintas previsiones realizadas por los principales organismos económicos internacionales no son nada halagüeñas, apuntando a una contracción del PIB en nuestro país superior al 9% en el mejor de los escenarios. Particularizando a Andalucía, las primeras estimaciones efectuadas por nuestra sociedad de estudios, Analistas Económicos de Andalucía, señalan que, en el conjunto de 2020, la producción regional se reduciría al menos un 8,4%, en tanto que la tasa de paro podría superar el 27%. Por su parte, en el marco más favorable, la caída del PIB en la provincia de Málaga se cuantifica en el 9%. Se prevé, asimismo, que la actividad comience a recuperarse en la segunda mitad del año, con tasas relativamente elevadas en 2021, si bien no volverán a recuperar los niveles existentes antes de la crisis hasta bien entrado 2022. No obstante, hay que advertir de que estas previsiones tienen un carácter provisional, debido a la situación de elevada y extraordinaria incertidumbre.

Ante un fenómeno de tales dimensiones, las autoridades públicas han puesto en marcha en el marco de sus competencias una serie de medidas de choque para limitar la incidencia social y económica, y los efectos más dolorosos de la pandemia a corto plazo. Estas medidas, que complementan el funcionamiento de los estabilizadores automáticos, han estado orientadas fundamentalmente a combatir la enfermedad, a tratar de evitar que la existencia de problemas de liquidez pueda afectar a la viabilidad empresarial y a sostener las rentas de los hogares.

Aun cuando creemos que debe hacerse

una valoración positiva de los actuaciones desarrolladas, propias de las políticas de demanda y de renta, éstas pueden resultar insuficientes para restablecer una vuelta rápida y plena a la normalidad, y sanar las secuelas de esta crisis. Manteniendo esta orientación, las estrategias que se adopten deben aunar eficazmente la minimización de los riesgos sanitarios y la maximización de la actividad económica potencialmente desarrollable. Con base en lo anterior, cabe plantear una batería de medidas, entre las que pueden destacarse las siguientes: 1) la preparación de un potente plan de contingencia del sistema sanitario para hacer frente de manera eficaz a los rebrotes que se están produciendo; 2) la ampliación de los mecanismos de garantía pública para las operaciones de financiación empresarial, dotación de mayor agilidad al sistema de concesión, y eliminación de costes transaccionales para las entidades financiadoras; 3) la flexibilización de los procesos de regulación de empleo, con vistas a la supervivencia de las empresas y autónomos; 4) la puesta en marcha de planes de choque para la potenciación de las actividades con mayor espacio en las cadenas globales de valor y el restablecimiento de aquellas ramas que constituyen la base del tejido productivo (turismo, comercio, cultura, ocio y entretenimiento y sector inmobiliario, en el caso de Málaga); y 5) la estabilidad del marco institucional, bajo la premisa de la mejora de la seguridad jurídica, y la potenciación de la colaboración público-privada.

Todos debemos ser conscientes del cambio económico y social profundo en el que nos vemos inmersos. Cuando cese la pandemia nos encontraremos una sociedad bien distinta. Una sociedad más avanzada tecnológicamente, más solidaria, en la que la globalización va a ser objeto de revisión, con una mayor colaboración público-privada, y con una tendencia a la mutualización entre los países de una misma área.

Las entidades financieras hemos formado parte del núcleo de los servicios considerados como esenciales, realizando una gran labor en estos meses, al adecuar nuestros servicios a las necesidades mostradas por las familias y empresas. Desde luego, el papel jugado por el sector en la implementación de las medidas económicas ha sido y sigue siendo crucial, ya que la banca se ha mostrado como parte de la solución a esta crisis, para lo que es imprescindible que, dentro de un marco de seguridad jurídica, puedan preservar unos niveles adecuados de solvencia, liquidez, eficiencia y rentabilidad. En Unicaja Banco creemos que podemos abordar el papel que esa sociedad emergente nos demanda, dando respuesta a los cambios que se avecinan. Del mismo modo, estamos convencidos de que el capital acumulado por la provincia de Málaga a lo largo de las últimas décadas le permite disponer de palancas y recursos para superar los múltiples retos que impone el complejo entorno en el que hoy nos movemos.

* Manuel Azuaga Moreno es presidente de Unicaja Banco