Al final resulta que no había comité de expertos que decidían sobre la desescalada. Es como aquellos ordenadores de broma de los años 60 que, en realidad eran una caja con un contable con manguitos dentro haciendo los cálculos de cabeza y apuntando en una libreta. Nada que me sorprenda, porque a este Gobierno se va como a la tómbola de la feria: un señor con micrófono dice que siempre toca, pero que no toca nunca. Pese a ello, seguimos jugando. Puede que esa sea la parte científica del asunto, que los expertos del Gobierno saben que si nos dicen que otros expertos, damas y caballeros con bata blanca, son los que van a tomar las decisiones, nos lo vamos a creer, como dogma que es de una nueva religión laica, que se diferencia de las tradicionales, de entrada, en que las ruedas de molino que te tienes que tragar son de un diámetro superior y las pretendidas verdades indiscutibles caducan antes que un yogur. Visto con el tiempo, aquellas carreras y peleas de las comunidades autónomas por pasar de fase causan sonrojo al espectador. Los científicos han decidido que Málaga no pase de fase. Y nosotros mirando con melancolía por la ventana, envidiando a los castellanoleoneses y rezando para que la Ciencia, con mayúscula, y los científicos, con su superior criterio, nos dejaran salir a la calle un ratito más.

Magia que igual es también Ciencia la hace el alcalde de Málaga, que vuelve a la carga con los directores de distrito (los DirDis). Ahora los llama Jefes de Distrito (los JeDis) a ver si con el 'hype' de la Guerra de las Galaxias nos dora la píldora y nos los tragamos de una vez por todas. Diez puestos y una única verdad verdadera: en tiempos de zozobra nada abriga más que una administración, aunque fuera de loterías. Presidente y alcalde, ambos malos conocidos.