Por la necesaria mascarilla no puedo casi acercarme a cooperar con los cercanos, ni ellos pueden ayudarme a mí. Interactuamos sólo casi mediante los móviles. Yo y todos nos quedamos solos para resolver muchos problemas inéditos. Soledad rara, desconocida, muy molesta y difícil.
Y creo que casi todos sacamos fuerzas nuevas y los resolvemos.
Por eso miro con ojos completamente nuevos a las personas andantes aisladas por sus mascarillas. Las miro con mucha admiración por sus logros de supervivencia.
Y siento que esa admiración y mucha más es la que merece cada persona. Así, gracias a la Covid aparece la gran verdad: cada persona es un ser muy potente, admirable y digna de ser valorada sin límite. Es el ejercicio que hago con cada persona, desde la más cercana hasta las agrupadas en multitudes. Y ese ejercicio me parece el acertado.
Pablo Osés Azcona
Fuengirola