En sus grandes cambios, una sociedad se mueve a latigazos de acontecimientos que causan dolor y dejan marca: una guerra, una catástrofe, una epidemia. Ésta, si prosigue lo bastante como para remodelarnos, nos irá empujando de vuelta a casa, poniendo fin a un tiempo en que la idea de felicidad era salir, moverse y viajar. Mientras la economía basada en todo eso ha entrado en una crisis de derribo, la venta de colchones, muebles de hogar y electrodomésticos se ha disparado, como si todo el mundo se preparara para un futuro de largos encierros, al tiempo que el trabajo y el ocio en casa o desde casa revolucionan los modos laborales, educativos, culturales y sociales. Curioso que, igual que los animales prevén las catástrofes, este regreso a casa (y a su lugar más íntimo) haya venido anunciado, antes del encierro, por un gesto entonces enigmático: la compra masiva de papel higiénico.