Siempre me han llamado la atención las reacciones que tenemos ante determinadas situaciones. Y que, indudablemente, varían mucho de unas personas a otras. Y, hasta tal punto lo hacen, que ello trae como consecuencia la falta de entendimiento que existe entre nosotros. Después de millones de años en este Planeta, no hemos resuelto nuestros problemas: nos matamos unos a otros, competimos, queremos tener éxito a costa del otro€

Y todo esto sucede, sencillamente, porque cada uno interpreta lo que sucede de forma distinta. La realidad objetiva es la misma, pero la percepción, de carácter subjetivo, que se forma en cada mente, es diferente, debido a que aplicamos nuestro sistema de creencias, al percibir aquello que está sucediendo. Y es que las creencias son como guías, certezas, convicciones que van a suministrar sentido y orientación en la vida. O sea que utilizadas adecuadamente, pueden ser la fuerza más poderosa para hacer el bien; por el contrario, las que ponen límites a nuestras acciones y pensamientos, pueden ser tan devastadoras como negativas.

Por eso, es tan importante que reconozcamos esas creencias limitantes, fruto de hábitos negativos o de situaciones que hemos interpretado como un fracaso y de las que hemos derivado una conclusión negativa. Y esto resulta fácil, si observamos la forma en que nos sentimos. No debemos olvidar que los pensamientos son la causa de nuestras acciones y decisiones. Y, tras ellos, llega la emoción, el indicador de cómo nos sentimos. La emoción es lo que tenemos que observar. Cuando es negativa, no debemos huir de ella; más bien tenemos que aceptarla y reconocer que nos está informando acerca de algo que tenemos que modificar en nuestra vida.

Y una vez corregido este asunto, nos sentiremos victoriosos, porque hemos superado la dificultad, con lo cual el proceso nos genera un poder interno enorme, que además es acumulativo. Y muy positivo. Por eso, señoras y señores, no podemos permitir que la negatividad invada nuestras vidas. Por la cuenta que nos tiene, tenemos que instalar en nuestra mente creencias y hábitos positivos. No debemos olvidar nuestro poder interior que, si aprendemos a manejarlo, con el paso del tiempo, en lugar de escaparnos mentalmente de las dificultades, las afrontaremos de forma totalmente natural. Y nos volveremos fuertes, firmes y perseverantes lo que nos conducirá a una existencia armoniosa y positiva, que es, en definitiva, a lo que aspiramos todos los seres en este planeta Tierra.