Muchos piensan que el Estado de Derecho sirve sobre todo para dar amparo a derechos de la gente, pero el «derecho» (o sea, las leyes) y los derechos no son la misma cosa, aunque a los segundos los garantice el primero. Las leyes son un engorro, pues las hay por todas partes y se meten en todo, pero fuera de ellas está la selva, o, peor todavía, el arbitrismo y las mil formas de voluntarismo. Torra, por ejemplo, después de inflamarse en la tribuna con la última proclama por la república catalana, anda ahora estudiando cómo se deshace del Letrado del Parlament que no deja publicarla por ser contraria a derecho. Si lograra echarlo se meterá en un lío mayor, pues el derecho encima es muy vengativo y lleva muy mal que lo tomen a risa. En Podemos, con sus cuentas, están empezando a saber (otros partidos ya lo saben) lo que es el Estado de Derecho en su letra pequeña, que es la más rencorosa.