El fútbol está adulterado. Todo huele a podrido». Palabritas de Víctor Fernández. Y es que al técnico del Zaragoza, uno de los equipos del fútbol español que, como el conejito del anuncio de las pilas, siguen y siguen en plena competición, le va tocar jugarse el play-off de ascenso a Primera sin Luis Suárez, su futbolista estrella. El Watford, equipo propietario de los derechos del delantero, ya no alarga más su contrato de cesión. Son los daños colaterales de todo lo que ha venido sucediendo en las últimas semanas después de que estallara el caso Fuenlabrada. Tebas y los suyos ponen velas a todos los santos y ofrecen sacrificios a los dioses paganos que hagan falta con tal de que los seis partidos de la promoción de ascenso a Primera que restan para cerrar el curso se disputen sin mayores problemas. Don Javier (los clubes) tiene buena parte de culpa de este enredo, que, entre otras cosas, ha demostrado, por si quedaba alguna duda, que el negocio está por encima de todo. Pero sin el visto bueno del CSD (Gobierno Sánchez-Iglesias) y de la Federación, nada de todo esto hubiera sido posible. Los 200 millones que puso (o le obligaron a poner) Tebas sobre la mesa en aquella reunión en el palacio de Viana funcionaron como el mejor de los lubricantes, y la maquinaria echó a rodar de nuevo. ¿Y los futbolistas? Ya en su momento rechazaron encerrarse en una burbuja a lo NBA para evitar lo que ahora está ocurriendo. La Liga lo vuelve a plantear de cara a la promoción. Otro 'no' por respuesta. Si se repite el caso Fuenlabrada, el inicio de la nueva temporada coincidirá con los anuncios de turrones y los muchachos se quejarán de que no es plan. Y ojo a la Liga de Campeones, otra cosa que también desprende mal olor tras los positivos en el Atleti del Cholo, ¿no cree, señor Fernández?