El paradero del Rey Emérito no es cuestión de Estado, ha venido a decir Sánchez al advertir de que su divulgación es cosa de la Casa o del propio Emérito. Tan obvio como que no tiene razón es que sabe que no la tiene. En toda esta historia hay un guión y un guionista, que habrá optado por un registro un tanto zarzuelero para bajar el tono y sacarlo de la impostación de Estado, bajo la que no tiene presentación. De hecho, puesto que el medio es el mensaje, creo que en lugar de notas oficiales se ha preferido un canturreo desde una esquina, que poco a poco irá rebotando y subiendo de tono. Un asunto mas de Sálvame de Luxe que de una solemne declaración. A fin de cuentas, ¿no está acaso el amor detrás de esta historia y las anteriores?, ¿no es el pecado de amor el que mejor absolución tiene aquí?, ¿podría incluso mejorar la marca España?. Si todo va por ahí el guionista es un genio.