Para sacar al Barça de su crisis, el separatismo propone un presidente independentista. El separatismo se ha acreditado como reconstituyente anímico infalible, pues aunque en lo corpóreo del asunto haya fracasado mantiene alto el ánimo de cientos de miles de personas (muchas tal vez adictas a esa literatura de autoayuda que ha desplazado al ensayo de los expositores de 'grandes' librerías). ¿No serviría también, por tanto, para levantar intramuros el ánimo del barcelonismo militante, aunque sea a costa de espantar extramuros a millones de culés españolistas? Aunque todavía nadie ha proclamado la eficacia del separatismo frente a la caída del pelo o la disfunción eréctil, será sin duda para no perjudicar a la farmaindustria, tan arraigada en Catalunya. Cada día está más claro que la epidemia de credulidad aguda que sufre la vieja y querida patria del seny anda detrás de todo.