La crisis sanitaria que hemos vivido a causa del Covid-19 ha supuesto para muchas mujeres y familias la paralización de su proyecto de vida. El Estado de Alarma prorrogado por varios meses supuso el cese de actividad de las unidades de reproducción asistida y, con ello, la suspensión de los ciclos iniciados o a punto de iniciar. Afortunadamente la actividad de dichas unidades está de vuelta y ya se han retomado los ciclos cancelados e iniciado nuevos ciclos.

Esta situación inesperada y desconocida ha generado una serie de implicaciones emocionales que han hecho que nos sintamos desbordados en muchos momentos. Si a esto le sumamos la incertidumbre a la hora de la búsqueda de un hijo, el malestar emocional aumenta exponencialmente.

El confinamiento ha supuesto una situación sin precedentes en nuestra sociedad, ya que ha puesto en evidencia que carecíamos de preparación alguna para afrontar todas las circunstancias asociadas a dicha situación. Somos seres sociales y el hecho de no poder relacionarnos con los demás, sobre todo con nuestros seres queridos, ha provocado reacciones como tristeza, angustia e irritabilidad, llevando a un estrés psicosocial difícil de manejar. Hemos sentido miedo al contagio o a que se contagie alguien de nuestro círculo, incluso a tener la enfermedad y contagiar a los demás. La incertidumbre ante la nueva situación y el hecho de no tener información clara sobre cómo proceder, ha provocado que estemos o bien sobreinformados, o bien nos mantengamos alejados de toda noticia y minimicemos las consecuencias de la enfermedad. Hemos experimentado un aburrimiento inusual ya que dentro de una vida llena de estrés por los horarios y las prisas, de pronto nuestra vida se ha paralizado y no hemos podido continuar con nuestros hábitos, apareciendo apatía, alteraciones en el sueño e irritabilidad. También hemos vivido conductas extremas, como un excesivo pesimismo donde nos hemos puesto en lo peor, o un optimismo ilusorio, donde quitábamos importancia a lo que estaba ocurriendo.

Por otro lado, el miedo, la incertidumbre, la angustia, la tristeza, etc., son emociones que ya se sienten durante los procesos de reproducción asistida, con lo que, teniendo en cuenta las implicaciones emocionales que ha traído la pandemia, nos encontramos ante un escenario complicado y doloroso, un escenario donde nuestra actitud y fortaleza serán las claves para poder manejarlo de forma que las consecuencias emocionales sean mínimas.

Hay que tener en cuenta que lo que no podemos cambiar, deberemos aceptarlo, sin eliminar nuestro derecho a sentir tristeza, enfado o desilusión. Todas las emociones son lícitas y nos ayudan en un momento determinado, con lo que debemos validarlas, darles su espacio, aprender de ellas y seguir adelante. También es necesario volver a tener una rutina fuera del confinamiento, donde incluyamos ratos de ocio para poder despejarnos y divertirnos. La nueva normalidad conlleva cumplir una serie de normas que pueden llegar a bloquear nuestras ganas de salir, pero cumpliendo con las recomendaciones, podemos encontrar la forma de seguir viviendo esos momentos tan necesarios.

Por último, hablar de todo lo que nos ocurre siempre ayuda, tener un entorno donde poder encontrar comprensión y aceptación es muy beneficioso, además, acudir a un psicólogo especializado en reproducción asistida, puede facilitar nuestro paso por este proceso y fortalecernos para continuar el viaje hacia la maternidad y paternidad.