Ahora que Donald Trump se dedica a poner absurdamente en duda la elegibilidad de la hija de una pareja de inmigrantes de la India y Jamaica como vicepresidenta de EEUU, no está de más precisar que la senadora demócrata Kamala Harris no es la primera mujer de color que aspira a ese cargo.

Hubo ya una afroamericana llamada Charlotta Bass que presentó en 1952 su candidatura, aunque no lo hizo en representación de ninguno de los dos grandes partidos - el Republicano y el Demócrata- sino por el minúsculo Partido Progresista, en tándem con un abogado blanco llamado Vincent Hallman.

Consiguieron sólo 150.000 votos en unas elecciones cuyo ganador fue el héroe de la Segunda Guerra Mundial, Dwight D. Eisenhower, que se impuso al demócrata Adlai Ewing Stevenson, pero su compañera de candidatura hizo entonces historia.

Fue además Charlotta Bass la primera estadounidense dueña y administradora de un periódico, The California Eagle, en el que entró tras haber trabajado diez años vendiendo anuncios para otra publicación propiedad de un afroamericano, el Providence Watchman.

El primer propietario de The Eagle encargó su dirección, tras enfermar, a Charlotte, quien en 1912 acabaría adquiriendo el periódico por cincuenta en una subasta y estaría a su frente hasta 1951. Con una plantilla de sólo doce redactores, esa publicación de la costa oeste de EEUU llegó a alcanzar en sus mejores momentos una tirada de 60.000 ejemplares.

Bass utilizó el periódico para promover las causas progresistas por las que luchó toda su vida: así, propuso reformas tanto de la ley electoral como de la legislación laborales y en la policía, defendió los derechos civiles y muy concretamente los de los inmigrantes, pero abogó también por la emancipación de la mujer y fue a la vez paladina de la pequeña empresa entre la gente de color.

Desde las páginas de The California Eagle criticó con dureza a la organización supremacista blanca Ku Klux Klan así como los estereotipos racistas en películas que tuvieron entonces enorme éxito de público como 'El Nacimiento de una Nación' (1915), de D.W. Griffith, un clásico del cine estadounidense, todavía hoy favorito de los supremacistas de aquel país.

Las autoridades norteamericanas de entonces vieron en las ideas progresistas de Bass y del periódico que dirigía junto a su marido, el también afroamericano Joseph Blackburn Bass, una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, y los sometieron a vigilancia por el FBI como sospechosos de comunismo.

Tras la muerte en 1934 de su esposo y colaborador, Charlotte Bass se empeñaría mucho más directamente en la promoción de organizaciones de los derechos civiles como la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) o la Liga Urbana, además de fundar el Club de Justicia, dedicado a mejorar las condiciones laborales de la mujer.

Después de jubilarse y vender el periódico en 1951, Bass se trasladó a vivir a Nueva York, donde se dedicó a la acción política. Estuvo en un principio próxima a los republicanos hasta que tomó conciencia en uno de sus actos electorales de la segregación en las filas de ese partido. Luego se pasó a los demócratas en solidaridad con el New Deal de Franklin D. Roosevelt.

Terminó apartándose de los dos grandes partidos de la política estadounidense por desacuerdo con su anticomunismo rabioso y su política de guerra fría y contribuyó a la fundación del Partido Progresista en California.

Con éste se presentaría en 1952 a las elecciones presidenciales sin esperanza alguna de ganar aunque con este significativo eslogan: «Ganemos o perdamos, siempre habremos ganado al plantear lo que importa». Su programa electoral incluía la defensa de los derechos civiles y de las mujeres, así como una condena de la guerra de Corea. Charlotte Bass fue, si bien se mira, una mujer más progresista que la elegida ahora por el demócrata Joe Biden para compartir papeleta.