La razón de fondo de que exista negacionismo es que eso que llamamos la realidad tampoco es muy real. De hecho casi toda la filosofía idealista vendría a decir que la realidad pertenece al mundo de las ideas. Recuerdo el día, con 13 o 14 años, en que un joven jesuita, apoyado en una barandilla de madera del patio del cole, nos explicaba (más o menos) que según Kant aquella madera no era real, sino pensada. Esto me produjo un shock metafísico mayor que el de la identidad de los magos de Oriente (en mi tardío caso solo unos años antes). Por otra parte todo el asunto que, por no salir del tema, justifica la existencia misma de los jesuitas y la historia de los magos de Oriente, ejem, no deja de ser bastante negacionista de la realidad vulgarmente entendida. Así que una placenta de irrealidad envuelve nuestra realidad positiva, por lo que no es tan raro que se cuelen goteras negando la evidencia.