El principal rasgo de la nueva normalidad es que el modo de vida se ha vuelto imprevisible, en proporción igual a la imprevisibilidad de la pandemia. ¿Es razonable, en ese marco, condenar todas las imprevisiones y denunciar las improvisaciones? Juntando lo que según los expertos de España y el mundo se sabe sobre la intensidad del riesgo de contagios por la vuelta al cole, la síntesis final podría ser «vamos a ver qué pasa». Por tanto lo único que cabe es aplicar las 5 reglas básicas (mascarilla, distancia, no aglomeraciones, limpieza, detección) al límite de lo compatible con la realidad física, humana y funcional del sistema de enseñanza. A partir de ahí todo dependerá del potencial de improvisación que tengan los responsables a todos los niveles, de la capacidad de respuesta inmediata ante los brotes y de la aptitud para rectificar siguiendo el procedimiento prueba-error.