Todo apunta a que Messi ya es historia en el FC Barcelona. También lo es en LaLiga, donde ningún otro equipo está en disposición de poder abonar su extraordinaria nómina. Ayer se negó a someterse a las pruebas mediante PCR, para regocijo de quienes mantienen su quijotesca batalla contra la existencia del virus pandémico, y hoy, negacionista por segundo día consecutivo, no se incorporará a los entrenamientos.

«Nadie es imprescindible, yo soy el primero que me ofrezco, si tiene que venir sangre nueva y cambiar esta dinámica, soy el primero en irme, en dejarlo, porque creo que hemos tocado fondo», confesó Gerard Piqué después del 8-2 en Lisboa. Su compañero de vestuario seguro que por entonces ya tenía varios emoticonos de Guardiola en su teléfono móvil.

Todo apunta a que el astro argentino tenía planeado su adiós con bastante antelación. No sabemos si incluso desde antes del confinamiento, después de aquel «hoy no nos alcanza para pelear por la Champions», que le confesó a nuestra compañera y amiga (e íntima suya) Cristina Cubero. Ni siquiera alcanzamos a descifrar si el famoso burofax, donde el jugador daba a conocer la aplicación unilateral de la cláusula para rescindir gratuitamente su contrato, estaba redactado desde el mismo mes de marzo.

Lo que sí manda narices es que el dichoso comunicado con validez jurídica partiese del mismísimo bufete de abogados Cuatrecasas. En estos últimos días hemos sabido que el FC Barcelona ha optado por prescindir de los servicios de estos asesores jurídicos. Y es que, paradójicamente, Messi y el propio club han sido hasta la semana pasada clientes de Cuatrecasas. Es decir, los propios abogados encargados de remitir el escrito del Messi donde se informaría de «que hasta aquí hemos llegado. Adiós muy buenas. Gracias por los servicios prestados y hasta la vista», serían en principio los que iban a tener que contestarse a sí mismos, acerca de la validez jurídica del postulado del internacional argentino.

Que Bartomeu ha tocado fondo es lo que en realidad quería decir Piqué. Pero, consciente de que algún día podría ver cumplido su sueño de ocupar su puesto como presidente del club, lo tradujo como pudo ante las cámaras. El litigio respecto a la cláusula de 700 millones de euros que, de tenerse que aplicar ataría una temporada más a Messi, acabará con bastante seguridad en los tribunales ordinarios. El relativo a que el máximo responsable blaugrana abandone su sillón no parece sin embargo que vaya a prolongarse tanto.

Mientras, los cronistas nos recrearemos con 20 años que han dado para todo. Para cientos de goles de todos los colores e infinidad de celebraciones, de títulos, sí. Pero también para repetidas decepciones cada vez que el teórico sustituto de Maradona procedía a enfundarse la elástica argentina. Ya fuese Mundial o Copa América, el debate al otro lado del Atlántico, acerca de su etiqueta de Mejor Futbolista del Mundo, siempre generaba nuevos negacionistas. Ahora el negacionista es el propio Leo.