No todo el mundo recuerda qué estaba haciendo cuando no había pandemia, así que 'Tenet' es la superproducción inaugural de la era covid, que no postcovid. Christopher Nolan exhibe el coraje de haber desafiado a sus dueños, un rasgo que acalla a quienes no pudimos soportar sus Batmen y mucho menos su 'Dunkerque', un día en la playa.

Más allá de la facilona simetría palindrómica, el título Tenet esconde un 'Matrix' con mascarillas, dentro y fuera de la pantalla. Los entonces hermanos y hoy hermanas Wachowski colaban de rondón a Baudrillard, ahora le ha llegado el momento a Walt Whitman, a falta de saber si la cita impactará a espectadores más preocupados de que su vecino de butaca no estornude. Nolan consigue que la pandemia se evapore durante la primera hora trepidante de proyección. En los noventa minutos restantes, el tormento confuso de gente enmascarada peleándose en túneles compite ventajosamente con cualquier patología viral.

Hay que ver 'Tenet' a riesgo de sufrir una ligera decepción, porque tampoco hay otra entrada en la agenda en este verano de confinamiento encubierto. Nolan intenta rodar un James Bond, con licencia para matar mientras lee en paralelo un tratado de Mecánica Cuántica. Por desgracia, ha elegido un superagente profundamente antipático. Su único mérito cinematográfico es su condición de hijo de Denzel Washington. El carisma no se hereda, ni en Hollywood ni en La Zarzuela. Su desgraciada interpretación ha permitido que pasara desapercibida la escena racista con el impresionante Michael Caine, a costa del desaliño indumentario de Brooks Brothers del protagonista.

La pretenciosidad de 'Tenet' no radica en que los actores pronuncien por dos veces la palabra 'entropía', sino en que se da por sentado que el espectador está tan familiarizado como si escuchara el término 'microondas'. Las referencias entrópicas son centrifugadas a continuación, seguramente por las dificultades de pronunciación del reparto y porque el desorden absoluto se había adueñado de la película. La frase memorable y acondicionada al coronavirus reza que «el futuro nos ha declarado la guerra». En cuanto a las reiteradas y reiterativas menciones al problema del abuelo asesinado por su nieto en un viaje en el tiempo, ya fue resuelta por el magistral Michael Crichton en Rescate en el tiempo. En resumidas cuentas, a la Historia no le importa si sales de escena antes de llegar a ella. No eres un particular, sino una partícula.